lunes, 29 de febrero de 2016

China: la burbuja inmobiliaria se desinfla en las ciudades medianas


El frenesí constructor derivado de la prosperidad ha dejado pisos vacíos para cinco millones de familias

Algunas inmobiliarias dejaron de construir viviendas debido a la ralentización de la economía china. Las personas que compraron dichas viviendas no consiguen recuperar el dinero y algunas no se atreven a protestar por temor a que las encarcelen por alterar el orden chino.


Son problemas que nacen de la época de expansión del sector inmobiliario, cuando casi todo valía, especialmente para las compañías con buenas conexiones. El espectacular desarrollo económico de China alentó la demanda de viviendas modernas. Las autoridades regionales y locales encontraron un filón en la venta de suelo. Decenas de millones de ahorradores, ante la falta de alternativas en un sistema financiero aún poco desarrollado, optaron por adquirir uno, dos, tres o más apartamentos como inversión. Surgieron ciudades de la nada, algunas sin habitantes siquiera, ciudades fantasma.


La política del Gobierno chino de fomentar el trasvase campo-ciudad contribuyó a dar alas a los nuevos proyectos de construcción: La población urbana china, del 30% hace 20 años, llega ya al 56,1%, según la Oficina Nacional de Estadísticas. Cerca de 300 millones de personas ya se han trasladado en esas dos décadas y Pekín quiere que otros 100 millones se instalen en las ciudades para 2020.

Vista de una zona residencial junto a un lago artificial en Yunan (China).
En los últimos dos años han cambiado las tornas. Aunque los precios en las ciudades de primera -Pekín o Shanghái- siguen disparados sin visos de calmarse, y en las de segundo nivel se mantienen, el menor crecimiento económica frena la demanda en los núcleos úrbanos menos importantes, de tercer o cuarto nivel.


“Después de 2008, muchas empresas inmobiliarias se implantaron en las ciudades de tercer y cuarto nivel, atraídas por los bajos precios del suelo. Pero después se han encontrado con dificultades para vender el exceso de stock, porque la población está abandonando esos núcleos urbanos”, apunta el profesor de Urbanismo Hu Gang, de la Universidad de Jinan. “La infraestructura y los servicios públicos que puede ofrecer el Gobierno aún son limitados y concentrados en las ciudades grandes. Los residentes de estas ciudades disfrutan de un nivel más alto de recursos de infraestructura y de servicios públicos”, apunta, para explicar esa preferencia. A ello se une una menor oferta laboral.

Precisamente para compensar esa tendencia, y aliviar la presión sobre las megaciudades que ya superan los 20 millones de habitantes, la estrategia de urbanización de Pekín alienta la migración a las ciudades más pequeñas. Una estrategia que el Gobierno ha convertido en una de sus grandes prioridades, como herramienta para aliviar el exceso de vivienda vacante.



Para alentar el traslado a las ciudades de menor tamaño, el Gobierno chino ha anunciado que facilitará el acceso al permiso de residencia interno -“hukou”- y extenderá también a quienes carezcan de este documento el acceso a los servicios públicos básicos, como la educación o la sanidad, vetados hasta ahora. También se reducirá del 25% al 20% el porcentaje a pagar como entrada en los pisos de esas ciudades porque los ingresos medios de la mayoría de estos trabajadores -un colectivo de 277 millones de personas- ronda los 3.000 yuanes mensuales, o 480 euros. Apenas suficiente para pagar medio metro cuadrado de un piso en una ciudad de las categorías más bajas.


Para ampliar esta noticia: El País

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