Rosalind Picard, directora del Affective Computer Group del Media Lab en
el MIT, recordaba en un reportaje que le dedicó la revista Wired que,
en 1995, cuando se decidió a compartir su primer estudio sobre las
emociones y las máquinas, un compañero se presentó en la puerta de su
despacho agitando los folios en los que estaba escrito su artículo
calificándola de loca. La cosa no fue mucho mejor cuando intentó
publicarlo en revistas: uno de sus colegas llegó a afirmar que su texto
podía ser apropiado para una revista de avión, pero jamás para una
publicación científica. Eran los peajes que tenía que pagar una mujer
adelantada a su tiempo en un mundo dominado por hombres que la miraban
con la desconfianza de quien se cree superior pero -en la intimidad- se
sabe superado. Hoy la computación afectiva es un campo de investigación
muy activo y amplio que requiere de la participación de profesionales de
distintas ramas de la ciencia (neurólogos, matemáticos, ingenieros…) y
que tiene su propia publicación por la cantidad de estudios que genera.
Picard tenía razón cuando aseguraba que “los ordenadores hacen que la
gente se sienta como si fueran bobos, cuando en realidad las estúpidas
son las máquinas”. Entender esto -aparentemente sencillo- no ha sido
fácil, porque los humanos nos relacionamos con el mundo que nos rodea a
través de las emociones. Y cuando estas quedan fuera de la ecuación, nos
vemos perdidos. Por ello hablamos con los ordenadores, nos enfadamos
con ellos, los golpeamos o acariciamos; pasamos tanto tiempo frente a
sus pantallas que terminamos por desarrollar relaciones afectivas con
las máquinas. Así que a nadie puede extrañarle que el siguiente paso
-ese que está a las puertas y que a algunos asusta- sea conseguir que
los ordenadores sepan interpretar nuestras emociones y reaccionar ante
ellas de la manera adecuada.
Más información en el periódico el país:http://one.elpais.com/computacion-afectiva
OPINIÓN:La computación afectiva es un campo de investigación que estudia como nos relacionamos con los ordenadores de modo que a nadie llegue a extrañar que el siguiente paso, sea conseguir que el ordenador pueda interpretar nuestras emociones y reaccionar ante ellas de la manera adecuada. Esto que en su día era algo impensable como si fuera de ciencia ficción, según Javier Hernández miembro de Roslind Picard en el MIT "en un futuro impregnarán toda la tecnología y crearán un nuevo modelo en nuestra relación con las máquinas que puede hacer que nos enfademos con los ordenadores y demás, pero ellos se darán cuenta".
Hay una película que se llama EXMACHINA, que tiene que ver con el tema y es muy recomendable. No os la perdáis. Buen artículo compañer@s. Saludos
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