Lorca es una nueva ciudad cuando se cumple un lustro de los seísmos, pero los lorquinos siguen sin poder olvidar, ya que la tierra no deja de temblar
Los arquitectos se han empeñado en conseguir viviendas que no solo parezcan seguras, sino que lo sean, ayudados por los vecinos, que se han erigido en promotores.
Tragedia, catástrofe, desastre, desgracia, fatalidad... han llegado a formar parte del léxico habitual de los lorquinos en los últimos años. Se habían establecido en las conversaciones de los ciudadanos de tal manera que se hacía harto difícil que algún día las pudieran abandonar. El terremoto de mayo de 2011 vino a perturbar las vidas de miles de personas. A lo largo de estos últimos cinco años la inquietud ha ido dejando paso al sosiego. Y el olvido, la ilusión, el optimismo y la esperanza comienzan a reflejarse en la cara de los lorquinos, aunque las heridas se reabren una y otra vez y parece que nunca cicatrizarán. El martes una nueva secuencia de terremotos sobresaltó a la ciudad, que revivió lo ocurrido aquella tarde del 11 de mayo mientras la nueva Lorca se abre paso fastuosa, grandiosa... espléndida.
Esa nueva Lorca dista mucho no solo de la que era hace cinco años, sino también de lo que hubiera sido si la tierra no lo hubiese puesto todo patas arriba. La Viña, la conocida como 'zona cero' del terremoto, es ahora un barrio nuevo, actual, renovado, rejuvenecido. Con grandes edificios en los que está muy presente la última tecnología aplicada a la construcción. La carga de acero y cemento armado (llevada casi al extremo) hace de sus edificios los más resistentes. Capaces de soportar movimientos sísmicos de superior magnitud a los registrados aquella tarde, pero también en su construcción han estado muy presentes criterios de eficiencia energética. Los nuevos bloques, algunos bien espigados, se diferencian mucho de aquellos que derribaron las excavadoras en los días posteriores al seísmo y que convirtieron La Viña en un gran agujero. Los pilares cortos que se fracturaron con los movimientos sísmicos, como si de columnas de plastilina se tratara, han sido sustituidos por contrafuertes prolongados que permiten la flexibilidad necesaria para una mayor resistencia.
«Hemos vuelto a casa cinco años después»
Los viejos edificios de aquel barrio obrero que carecían de aparcamientos subterráneos, trasteros, ascensor... cuentan ahora con las máximas categorías de edificación. Cerramientos con eficiencia energética que permiten hogares más confortables al eliminar ruidos y mantener una temperatura prácticamente constante todo el año. Climatización, placas solares, accesibilidad y resistencia están presentes no solo en las nuevas casas de La Viña, sino también en las que se han construido o se están levantando en San Diego, San Fernando, La Alberca... en forma de inmuebles comunitarios, pero también viviendas unifamiliares en pedanías como El Consejero, Río, Tercia, Aguaderas, Purias..., para sustituir a aquellas que se llevó la pala. Esas nuevas infraestructuras que acogen a los miles de lorquinos que se quedaron sin hogar constituyen la nueva Lorca. Una ciudad moderna con todos los servicios renovados y actualizados, que intenta olvidar la catástrofe vivida hace ahora cinco años.
Fue una catástrofe terrible con nueve víctimas, 324 heridos, 3 de ellos graves y daños materiales, estructurales, inmobiliarios... y se ha tardado mucho tiempo en que la gente que fue perjudicada que se quedaron sin casa vuelva a tener un sitio donde vivir
Un terremoto leve hace revivir el temor en Lorca
El movimiento sísmico apenas ha alcanzado una magnitud de 2,7 grados en la escala Richter, lejos de los 5,1 grados a los que llegó el terremoto de 2011. Con epicentro en Aledo, el temblor se ha sentido en las localidades de Lorca y San Cristóbal sobre las 20:45 horas de este lunes.
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