La práctica del perdón
escapa en ocasiones a la lógica y eso es algo que podemos constatar mirándonos
a nosotros mismos: parece mucho más sencillo comprender la naturaleza del
perdón en situaciones en las que no nos vemos involucrados. A medida que aumenta
nuestra ofensa, disminuye nuestro razonamiento. ¿Quien de nosotros no se ha
vuelto loco y ha visto las cosas de manera totalmente distinta cuando estaba
dolido? Muchas teorias se han construido entorno al perdón y la culpa, entender el perdón como un proceso de lliberación es una consigna que se nos inculca desde la filosofía o la psicología, un sentido también heredado de la religión y que, en la actualidad, todavia tiene mucho que ver con esta; la reflexion y la meditación allanan nuestra capacidad para encontrar respuestas.
En el imaginario colectivo existen muchas ideas erróneas sobre el concepto de perdon; ni es señal de debilidad, ni supone hacer justicia, ni requiere reconciliación. El Perdón es un sentimiento interior que no traspasa la piel. No obstante, en muchas ocasiones nos cuesta perdonar ofensas por considerarlas demasiado graves. El Perdón está en nuestra mente pero para alcanzar este estado es necesario recorer un largo camino de aprendizaje, empezando primero por el perdon a ofensas menos graves. Aprender a perdonar a quienes nos hieren puede mejorar significativamente nuestra salud mental; está vinculado a la reducción de la ansiedad, la depresión y trastornos psiquiatricos graves, así como la reducción de los problemas de salud física y menores tasas de mortalidad.
En el libro Forgiveness and Health (2015) Worthington, junto a Loren Toussaint y David R. Williams explican estos beneficios. De hecho, el alivio del estrés es el factor principal en la relación entre el perdón y el bienestar. En el estudio, las personas que tenian mayores niveles de estrés acumulado durante toda su vida mostraron peores resultados de salud mental. Pero entre quienes mostraban una tendencia alta al perdón y vivían con un estrés alto, no se observaba una mala salud mental. “Pensábamos que el perdon ayudaría pero no pensabamos que fuera a cero” dice Toussaint.
No todos tenemos la misma capacidad para perdonar. Por supuesto, perdonar requiere un esfuerzo que no todos queremos o estamos capacitados para hacer.
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