Ella tardaba mucho en llegar, pero la espera no era tanto como supondría que algún día pudiera pasar toda su vida junto a él. Habían pasado, doce años de relación y ahora la esperaba en el altar. De hecho, era el día de su boda con Beth pero, ¿Qué ocurría?, ¿Por qué tardaba tanto en llegar? La hora languidecía como aquella sensación de tenerla. Ella lejos de llorar por ver que no llegaba a su hora, utilizaba su móvil para mandarle un Whatsapp a otro hombre. Todo sucedió cuando cogió el teléfono equivocado. Así se vio como estaba su mejor amigo a punto de casarse y él con un mensaje. —He quedado con George, pero no responde, deseo saber si quiere que me case con Luis.
Federico lo leyó y lejos de estar soñando o al menos así lo creía, no sabía qué hacer, ¡Menudo embrollo! Luis se impacientaba, mientras ella se dio cuenta que había mandado el mensaje erróneo.Su cara se acrecentaba cada vez más y más de angustia-¡Dios! , ¡Qué he hecho!
Cuando llegó ella, Luis la esperaba en el altar era tarde ya, pero no tanto como para llevar a cabo su boda. Así, ella se encaminó hasta el altar, allí la recibió su prometido. Ahora tocaba lo peor de la celebración nupcial.
Llegó el momento en que ambos dijeron sí, y a la pregunta, si hay alguien que esté en contra que lo diga ahora, Fede sofocado por unos focos que se le antojaban deslumbrantes, todo asustado soltó:
!Yo! me gustaría decir algo.
¡Fede!.—exclamó ella.
Pero, Beth, ¿Cómo es posible?—dijo Luis
Que paren a ese hombre, yo no tengo nada que ver con él—replicó Beth.
Tengo un e-mail tuyo. —dijo Fede.
¿Qué explicación tiene esto?—contestó el novio.
Fede le enseñó el mensaje y dijo:
¡no podéis casaros!
Luis comenzó a reírse, no paraba de carcajearse, al igual que ella.
¿Qué hay de gracioso?
Que ese es George…
¿Qué? ¡No le gustan las mujeres!
Claro que no, lelo, te lo has creído es solo el entrenador personal de Luis.
¿Qué hace en todo esto?
Qué es un pariente lejano y ha sido invitado.
Él no quería creerlo, que boda más atípica y extraña. Ese Luis era un bizarro y grosero, al igual que ella.
Cuando salió se encontró con George.
Pero, hombre, ¿Qué haces, aquí?
Lo mismo que tú, ir a la boda.
¡Tú eres el pariente lejano!
Sí y todos creen que soy …—éste que presenció todo le contestó, pues no captaba indirecta alguna. Fede se quedó atónito, acaso era tonto. El mundo se le vino abajo y de repente, su sueño se desvaneció, tan pronto como sonó el despertador.
De vez en cuando, soñamos cosas raras que no tienen mucha lógica, pero solo hay una posible explicación para las situaciones en las cuales no queremos encontrarnos, como por ejemplo: reaccionar a una posible respuesta justo al terminar la conversación, donde todos nos sintamos como Fede, y no queramos actuar como Luis o Beth, e incluso George. Quizás amigos que podamos tener en la vida real. Algo contradictorio a nuestro pensamiento, la mayor parte del tiempo.
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