Fernando Alonso levantó los brazos al entrar al 'box' de Ferrari. Apenas media hora de carrera, con una bandera roja de por medio y sólo tres vueltas disputadas, todas ellas de procesión tras el coche de seguridad. Cuando la lluvia parecía conceder una tregua, su bólido se detuvo. La pantalla del volante se apagó y su aventura en Suzuka, también. Otro adiós prematuro en Japón, aunque menos doloroso, mucho menos, que aquel de 2012, en plena batalla con Vettel por el Mundial, cuando una 'cornada' de Raikkonen lo dejó desamparado en la primera curva. Esta vez, simplemente bajó del bólido, se encogió de hombros y se puso a cubierto, con la cabeza más pendiente del futuro. Del Mundial 2015. En este hay poco más que hacer.
Extraido de internet el mundo.es
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