Era una noche como otra cualquiera pero, para él, no iba a
ser una noche como otra cualquiera., porque esa noche no realizó sus habituales
rituales antes de acostarse que consistían en prepararse una cena ligera:
tortilla a la francesa acompañada de unos tomates de Mazarrón con aceite de
oliva virgen extra de una almazara en la que había comprado un par de litros de
ese aceite al que por Cieza llamaban el líquido de oro por sus propiedades beneficiosas
dentro de la dieta mediterránea.
Tras cenar se sentaba en su “ chaiselong” a escuchar un rato
la radio. Iba cambiando de emisora cada 5 minutos para comprobar como distintos
diales daban una misma noticia de forma
insultántemente diferente.
Cuando se cansaba de escuchar las noticias enlatadas, optaba
por acostarse, no sin antes colocar en su DVD un disco del pianista frances
Enrik Satie que había descubierto hacía poco gracias a una amiga “forofa “ de
la música clásica francesa.
A Tébar le gustaba mucho ese pianista porque parecía que en
vez de acariciar el piano lo maltrataba, como hacía Nietzsche con las palabras,
al describir sus ideas filosóficas.
Tras programar el timer de su equipo de música en 1 hora –
tiempo que tenía calculado para caer en brazos de Morfeo—programó también el
móvil en función despertador a las 07:45 a.m.
Por fin y mientras escuchaba el piano de fondo solía
conciliar el sueño no sin antes ,y por si sí o por si no, haberse tomado un Almax para el ardor de estómago que últimamente le castigaba mucho así como
de un Orfidal para poder dormir de una vez sus 6 horas reglamentarias para
funcionar a pleno rendimiento en su curro, a la mañana siguiente—eso sí después
de tomarse un “cubo” de café colombiano que compraba en una tienda de precio
justo de su barrio---.
Antes de caer en el sopor anterior al sueño, a Tebar le
gustaba repasar como había ido el día que para él estaba a punto de expirar.
Repasó, mentalmente, todo lo que había hecho desde el mismo
momento en que se levantó el ya día anterior – hay personas que cuentan
ovejitas—hasta 5 minutos antes de acostarse.
El balance era positivo muy positivo.
Había comenzado el día con una ducha matutina y cantando
optimista el “ hoy puede ser un gran día ...” del magnífico juglar- trovador catalán, Serrat.
Tras afeitarse, después de la ducha con su maquinilla de dos
hojas gillette blue dos, se echo un after shave balsámico a base de aloe vera
que él sabía que tenía una función reparadora de la piel irritada.
Se preparó el desayuno, ni muy frugal ni muy copioso, a base
del susodicho cubo de café colombiano; tostas de tomate restregao con una pizca
de sal y un chorrito de aceite oliva extra.
Como solía desayunar tras la ducha, lo hacía con el albornoz
puesto y escuchando las noticias de esa mañana en la radio.
Le gustaba ser un chico informado, más que nada, porque luego
con lo que oía en el curro y lo que leía en los periódicos, que apenas le daba
tiempo a hojear, le gustaba reflexionar
y formarse su propia opinión.
Políticamente cogía lo mas granado de la izquierda y lo más
sustancioso de la derecha y por ello no se sentía oficialmente ni de derechas
ni de izquierdas.
Tebar, cuando alguien le preguntaba si era de izquierdas,
contestaba con una rotundidad pasmosa: :”ni sí ni no sino todo lo contrario”
Tras el desayuno se dirigíó otra vez a su habitación a
terminar de acicalarse y prepararse para ir al trabajo.
No le gustaba vestir ni muy informal ni muy elegante para ir
al curro—trabajaba de profe en un insti
de nueva creación en Cartagena—donde impartía clases de asignaturas variadas;
así que se puso sus pantalones vaqueros Lévis, una camiseta 100% algodón de
manga larga y de rayas azules y blancas, así como de un chaleco vaquero y una
botas de montaña que eran las únicas que le sujetaban correctamente el tobillo
ya que de pequeño en una excursión con su cole a Guardamar del Segura se torció
el pie cruzando una vía abandonada del tren Cartagena- Alicante.
Una vez terminada la primera comida del día, se dispuso a
coger el ascensor que le llevaría desde su ático, en pleno centro de Cartagena,
que miraba hacia el puerto, hasta la cochera donde arrancaría su moto Harley
–Davidson modelo 42 única en el mundo por ser una chopper tuneada.
Tebar estaba muy orgulloso de su moto ya que le daba una
libertad – era un tópico en este caso acertado—que ningún coche, aunque
fuera descapotable, le había
proporcionado.
Además para ir de casa al curro y del curro a casa sin
depender de los autobuses, cuyas líneas no estaban aun coordinadas, era el
mejor y mas rápido y ecologista medio de transporte.
Abrió la puerta del ascensor y se adentró en la cochera
donde le esperaba ansiosa su Harley.
Tebar decía que su moto tenía personalidad propia ya que
cada vez que la arrancaba el motor le regalaba un sonido distinto que sólo Tebar
podía descifrar.
A sí que tras arrancar la moto, subió por la cuesta de la
cochera y se adentró en la vorágine matutina de su ciudad.
Sorteando coches y camiones fue serpenteando los obstáculos
propios del tráfico ese día, hasta llegar al punto de destino de esa mañana y,
por extensión, todas la mañanas durante esa semana, las anteriores y las posteriores, de Lunes a Viernes. Cuando
llegó al insti aparcó su moto en el parking que tenía reservado exclusivamente
para él.
Se bajó, cogió su portátil del maletín, que tenía a ambos
lados, como cartucheras en un caballo, del asiento de la moto, y se dirigió
hacia la cantina a tomarse un asiático y unos croissants de chocolate.
El asiático, que por cierto señoras y señores, se inventó en
la pedanía cartagenera del Albujón—era para calentar el espíritu y el croissant
para alimentar el cuerpo.
La primea hora la tenía libre, así que fue a su departamento
a terminar de preparar el examen de filosofía que tenía con sus alumnos el
Viernes.
Tebar no era un profesor al “uso”; De momento no tenía
asignada ninguna asignatura, sino que daba las clases en función de la demanda
del insti.
El decía sobre su trabajo que era un mercenario de la
educación, un todoterreno, un comodín para con sus compañeros.
A ellos cuando le preguntaban que había estudiado siempre
les contestaba lo mismo con cierto orgullo: la vida.
Y en parte tenía razón; a lo largo de su vida lo único que
lo había motivado intelectualmente era la curiosidad.
Y él solía poner muchos ejemplos, sobre todo a sus alumnos
para motivarlos;
Solía darles la miguita para que ellos, por sí solos, si
querían, buscaran la barra de pan completa.
Era una forma de incentivar a sus alumnos y a Tebar le daba
resultado.
Sus alumnos, quinceañeros en su mayoría, lo apreciaban tanto
como profesor como por persona y eso para el él era una gran honra que lo
estimulaba para ir a clase todos los días.
Cuando terminó de pasar el examen de filosofía se dirigió a
clase, ya que le tocaba a segunda hora con los chavales de 3º de la ESO.
Hoy en la clase de filosofía iban a analizar la letra de la
canción de Pink Floyd: “Another brick in fhe wall”.
Iban a estudiar en que contexto se escribió la canción, que
miembro del grupo la compuso, en que momento histórico se creó...?
Por qué fue ese grupo y no otro el que tocó en 1989 tras la
caída del muro de Berlín.?
Todas esas preguntas que los alumnos se hacían fueron
contestadas entre ellos mismos tras escuchar la canción protesta de los Pink
Floyd .
Un alumno avispado le preguntó a Tebar :
n Profe, esta no es la canción típica
de protesta de finales de los `60 verdad?
n Efectivamente Roberto. Esta canción
es una crítica al sistema educativo de la Inglaterra mas ñoña. Esta escrita concretamente
en 1979 cuando yo apenas tenía 10 años, y la primera vez que la escuché fue en
el coche de un amigo a 150 Km/ h en plena autovía camino de La Manga del Mar Menor y “tó
emporrao”.
Ya entonces me llamó la atención eso
del “ teachers leave the kids alone” y sólo me bastó ver unos años después “ El
club de los poetas muertos” con un espléndido Robin Willians para despertar en
mí el ansia y la vocación de enseñar
-
Y
qué le motivó a enseñar profe, le preguntó otro alumno con curiosidad.
-
Pues
una frase que escuché a un profesor mío cuando yo apenas tenía vuestra edad;
pero que con sus palabras y su actitud me encaminó por la senda de la educación
-
Y
que palabras fueron esas le preguntó Condomina, su alumna más aventajada
-
Pues
verás Condomina, un día en clase alguien le preguntó al profe porqué le gustaba
enseñar y él contestó:
“ Porque los niños no saben nada,
porque los adolescentes lo creen saber todo,
porque los adultos dudamos de todo y
porque los ancianos sólo creen en la muerte”
--------------------------------------------------------
Tras acabar la didáctica clase de Filosofía – sólo le
quedaba una clase pero a última hora de la mañana---- Tebar no sabía si irse a
relajarse a la Cortina —playa
a las afueras de Cartagena— o si quedar con Vida e invitarla en su casa a comer
esa tarde después del curro. La duda era motivada porque sabía que quedar con
Vida a mitad de semana era harto difícil porque ella tenía que estar disponible
las 24 horas del día debido a su curro de DUE en un hospital privado de Murcia
que, para ahorrarse presupuesto, contrataban a su personal con contratos
basuras y con unos horarios propios de países tercermundistas.
Así que ante la duda la llamó porque tenía mono de Vida;
aunque ese fin de semana habían estado juntos en una casa que Tebar tenía en La Manga del Mar Menor junto al
Mar Mayor—así se le llama al Mediterráneo en La Manga —
Optó por llamarla al móvil privado, que sólo él y,una
cuantas personas más conocía.
--¿ Donde estás? Preguntó Tebar
esperanzado de que Vida no estuviera trabajando a esas horas de la mañana.
n Pues aunque no te lo creas me acabo
de pegar una ducha matutina porque me
acabo de levantar hace 30 minutos en mi primer día libre en 2 semanas.
n Cojonudo!!!! Que pensabas hacer pues, esta mañana?
n Pues si quieres que te diga la
verdad ni me lo había planteado. Me estaba dejando llevar por el día. Pensaba
bajar y desayunar en el bar de la esquina leyendo el periódico tranquilamente.
Fumarme un cigarrito con parsimonia y dejarme caer por el puerto para dar una
vuelta y aprovechar el día tan soleado que hace. Y tú que pensabas hacer?
n A mí me queda todavía una clase a
última hora de la mañana. Pero si aceptas el envite te invito a comer en mi
casa. Te hace a eso de las 3.
n Pues eah, vale , me hace. Pero una
pregunta sin doble intención? Qué vas a cocinar?
n Ahora que lo dices no lo sé todavía.
Me dejas que te sorprenda?
n Por supuesto Tebar; tú siempre me
sorprendes.
n Joder Vida me subes la moral cada
vez que hablo contigo.
n Bueno, pues espero subirte algo más
después de comer. Aceptas mi envite Tebar? Dijo irónicamente Vida.
n Acepto tu envite y órdago a la
grande y al juego. Con dos cojones.!!!!
n Déjate los cojones para luego, anda,
vacilón. A las 3 en tu casa. Ciao.
Tebar colgó con un sabor de miel en
la boca. Había quedado con su chica, en
su casa y encima iba a agasajarla con un menú especial para deleitarse los dos
gastronómicamente hablando.
Como quería sorprenderla, Tebar se fue inmediatamente a ver a su amigo
Selva que tenía un restaurante en las Cuatrocientas y era su chef preferido.
Cogió su moto del aparcamiento de su
insti y con el GPS en su cabeza se encaminó hacia el restaurante de su amigo
que quedaba a unos 10 minutos de donde estaba.
El restaurante, un rincón con solera
de entre los locales de restauración de Cartagena, se distinguía por su comida
fácil pero efectista.
Cuando Tebar llegó aparcó su moto en
el parking privado del restaurante, se bajó y dirigió sus pasos hacia un local
que te recibía con unas largas escaleras de madera que conducían a un amplio y
coqueto salón-comedor de no más de diez mesas y .unos cuarenta comensales.
A la derecha se extendía una barra
de madera en forma de “L “que abarcaba todo el local así como unas estanterías
altas, muy altas, hasta el techo, donde se alineaban las botellas de vino en
una bodega como soldados en una trinchera.
En la parte de arriba, donde estaban
los aseos, había dos o tres mesitas más en otro rincón acogedor y una mesa de
billar que Selva con buen ojo había colocado para que los clientes que
quisieran la utilizaran para hacer menos pesada la espera ya que en los fines
de semana el local se “ petaba”.
n Está Selva? preguntó Tebar a un
camarero de unos 40, que secaba los platos mecánicamente como si en su otra
vida hubiese echo lo mismo toda su existencia, que tenía la mirada perdida
hacia el infinito.
n Sí, dijo con una voz ronca señalando
unas cortinillas que separaban el espacio de la barra de la cocina.¿ Lo aviso?
n Sí por favor
n De parte de quién?
n Dígale que está aquí su amigo Tebar.
n Un momento. Dijo el camarero
perdiéndose entre las cortinillas.
A los 3 minutos contados apareció
Selva con un delantal manchado con algo que perfectamente podía ser restos de
tomate y en una mano una mandarina a medias de comer.
n Qué tal chaval? Le preguntó Selva a
Tebar.¿ Qué pasa? ¿ que tienes hambre? Porque últimamente sólo vienes aquí para
comer. A mí me tienes un poco olvidado, no a sí mi comida
n Bueno, bueno; rencores a parte. Hoy
vengo por tus consejos gastronómicos no por tu comida, contestó Tebar
n Bueno al fin y al cabo es lo mismo ,
vienes por mi comida no por mí.
n Está bien Selva “pa ti el duro”;
pero necesito un menú spress pa impresionar a una chica
n Uh!!! Gastronomía y sexo. Buena
combinación. Está bien, has logrado convencerme. Pero con una condición: con
que la traigas a cenar un día para conocerla.
n Eso está echo Selva, agregó Tebar
n Bueno pues apunta que disparo.
n ¿Tienes papel y boli? Preguntó
Tebar.
n ¿No eres profesor ? Pues ejercita la
mente y toma nota mentalmente coño!!!
n Está bien. Tomo nota
n A ver, déjame pensar en voz alta:
una chica;¿ comida o cena? Preguntó Selva
n Comida. Es muy difícil quedar con
ella a otra hora ya que sólo libra algún día entre semana y muy pocos fines de
semana.
n Una mileurista explotada como tantas
otras,¿ no?
n Pues sí, contestó Tebar. Trabaja en
un hospital “ privao” como DUE.. Es alta y espigada como un junco; lleva el
pelo casi siempre recogido en una coleta y cada vez que la veo en bata me la
imagino sin ella. Es dicharachera simpática y muy extrovertida y se vuelca con
los pacientes como si fueran de su familia. Es morena y con los ojos azules y
ahora mismo mi corazón es única y exclusivamente de ella
n Jóder Tebar, ahora me explico porqué
me tienes tan abandonado. Pero ya la podías haber agasajado en mi restaurante
algún día.
n Bueno, ya me conoces Selva, sólo
traigo aquí a mis chicas cuando han pasado la prueba del fuego.
n Y qué prueba es esa, preguntó Selva,
con curiosidad, que no sepa yo ya.
n Bueno pues eso; cuando tengo
confianza con ellas les pregunto: ¿de qué color es el cielo? Y según lo que me
digan sé si la relación tiene futuro o no.
n Ostia Tebar mira que eres retorcido
y “ complicao”. No puedes preguntarles cual es su escritor favorito o qué
cantante les gusta más no, tienes que preguntarle no sé qué del cielo.
n Bueno Selva al grano y dame esa
receta como si fuera una poción mágica que haga su efecto, y si es posible,
inmediato
n Bueno, pues ahora sí, toma nota.
n Dispara, dijo Tebar.
n De primero yo cocinaría unas
costillas de cerdo con pimentón a la miel y, de segundo, unos espárragos con
jamón ibérico al queso; eso regado con un Faustino I y, de postre, para
colaborar en tu conquista, te regalo un
par de cazoletas de tocino de cielo de la casa . Vamos Tebar, que con este menú
quedas bien hasta en una recepción de
Estado.
n Pues muchas gracias Selva. Si la conquisto
gastronómicamente hablando sabré valorar tu inestimable ayuda.
n Como? Preguntó Selva intrigado.
n Trayéndola a cenar con una amiga que te aseguro sabrá
también valorar tu arte culinario.
n Eso espero Tebar ya sabes que me
debes una.
Y con las mismas sellaron el trato
con un apretón de manos y un “ abrazo
chillao “
Tebar salió de nuevo a coger su moto
y se dirigió al insti “ to follao” porque llegaba tarde a su clase de última
hora. Llegó con el tiempo justo, a sí que aparcó su Harley en el parking del
insti y entró como una exhalación a su
clase de filosofía.
Cuando terminó su lección magistral
dirigió su moto hacia su casa ya que iba “ pegao” de tiempo y todavía tenía que
preparar el menú y eran ya las 14:15.
Justo cuando finalizó de hacer la
comida llamaron al timbre; era Vida que traía en una mano una botella—oh
casualidad!!!!—de Faustino I..
Se sentaron a comer a eso de las
15:45 y Vida quedó gratamente sorprendida ante un menú que le pareció
definitivamente halagador; sencillamente la había conquistado no sólo por el
corazón sino también por el estómago.
Tras la comida llegó el café , tras
el café las copas y tras las copas la noche en un “ pispas” así que después se
metieron en la cama sabiendo que esa noche era una noche como otra
cualquiera pero sabiendo ambos que esa noche
para ellos no iba a ser una noche como otra cualquiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario