lunes, 24 de junio de 2013

MI VIDA Y YO

                                                 
Era una noche como otra cualquiera  pero, para él, no iba a ser una noche como otra cualquiera., porque esa noche no realizó sus habituales rituales antes de acostarse que consistían en prepararse una cena ligera: tortilla a la francesa acompañada de unos tomates de Mazarrón con aceite de oliva virgen extra de una almazara en la que había comprado un par de litros de ese aceite al que por Cieza llamaban el líquido de oro por sus propiedades beneficiosas dentro de la dieta mediterránea.
Tras cenar se sentaba en su “ chaiselong” a escuchar un rato la radio. Iba cambiando de emisora cada 5 minutos para comprobar como distintos diales daban  una misma noticia de forma insultántemente diferente.
Cuando se cansaba de escuchar las noticias enlatadas, optaba por acostarse, no sin antes colocar en su DVD un disco del pianista frances Enrik Satie que había descubierto hacía poco gracias a una amiga “forofa “ de la música clásica francesa.
A Tébar le gustaba mucho ese pianista porque parecía que en vez de acariciar el piano lo maltrataba, como hacía Nietzsche con las palabras, al describir sus ideas filosóficas.
Tras programar el timer de su equipo de música en 1 hora – tiempo que tenía calculado para caer en brazos de Morfeo—programó también el móvil en función despertador a las 07:45 a.m.
Por fin y mientras escuchaba el piano de fondo solía conciliar el sueño no sin antes ,y por si sí o por si no, haberse tomado un Almax  para el ardor de estómago  que últimamente le castigaba mucho así como de un Orfidal para poder dormir de una vez sus 6 horas reglamentarias para funcionar a pleno rendimiento en su curro, a la mañana siguiente—eso sí después de tomarse un “cubo” de café colombiano que compraba en una tienda de precio justo de su barrio---.
Antes de caer en el sopor anterior al sueño, a Tebar le gustaba repasar como había ido el día que para él estaba a punto de expirar.
Repasó, mentalmente, todo lo que había hecho desde el mismo momento en que se levantó el ya día anterior – hay personas que cuentan ovejitas—hasta 5 minutos antes de acostarse.
El balance era positivo muy positivo.
Había comenzado el día con una ducha matutina y cantando optimista el “ hoy puede ser un gran día ...” del magnífico juglar- trovador catalán, Serrat.
Tras afeitarse, después de la ducha con su maquinilla de dos hojas gillette blue dos, se echo un after shave balsámico a base de aloe vera que él sabía que tenía una función reparadora de la piel irritada.
Se preparó el desayuno, ni muy frugal ni muy copioso, a base del susodicho cubo de café colombiano; tostas de tomate restregao con una pizca de sal y un chorrito de aceite oliva extra.
Como solía desayunar tras la ducha, lo hacía con el albornoz puesto y escuchando las noticias de esa mañana en la radio.
Le gustaba ser un chico informado, más que nada, porque luego con lo que oía en el curro y lo que leía en los periódicos, que apenas le daba tiempo a hojear, le gustaba reflexionar  y formarse su propia opinión.
Políticamente cogía lo mas granado de la izquierda y lo más sustancioso de la derecha y por ello no se sentía oficialmente ni de derechas ni de izquierdas.
Tebar, cuando alguien le preguntaba si era de izquierdas, contestaba con una rotundidad pasmosa: :”ni sí ni no sino todo lo contrario”
Tras el desayuno se dirigíó otra vez a su habitación a terminar de acicalarse y prepararse para ir al trabajo.
No le gustaba vestir ni muy informal ni muy elegante para ir al curro—trabajaba de profe en  un insti de nueva creación en Cartagena—donde impartía clases de asignaturas variadas; así que se puso sus pantalones vaqueros Lévis, una camiseta 100% algodón de manga larga y de rayas azules y blancas, así como de un chaleco vaquero y una botas de montaña que eran las únicas que le sujetaban correctamente el tobillo ya que de pequeño en una excursión con su cole a Guardamar del Segura se torció el pie cruzando una vía abandonada del tren Cartagena- Alicante.
Una vez terminada la primera comida del día, se dispuso a coger el ascensor que le llevaría desde su ático, en pleno centro de Cartagena, que miraba hacia el puerto, hasta la cochera donde arrancaría su moto Harley –Davidson modelo 42 única en el mundo por ser una chopper tuneada.
Tebar estaba muy orgulloso de su moto ya que le daba una libertad – era un tópico en este caso acertado—que ningún coche, aunque fuera  descapotable, le había proporcionado.
Además para ir de casa al curro y del curro a casa sin depender de los autobuses, cuyas líneas no estaban aun coordinadas, era el mejor y mas rápido y ecologista medio de transporte.
Abrió la puerta del ascensor y se adentró en la cochera donde le esperaba ansiosa su Harley.
Tebar decía que su moto tenía personalidad propia ya que cada vez que la arrancaba el motor le regalaba un sonido distinto que sólo Tebar podía descifrar.
A sí que tras arrancar la moto, subió por la cuesta de la cochera y se adentró en la vorágine matutina de su ciudad.
Sorteando coches y camiones fue serpenteando los obstáculos propios del tráfico ese día, hasta llegar al punto de destino de esa mañana y, por extensión, todas la mañanas durante esa semana, las anteriores  y las posteriores, de Lunes a Viernes. Cuando llegó al insti aparcó su moto en el parking que tenía reservado exclusivamente para él.
Se bajó, cogió su portátil del maletín, que tenía a ambos lados, como cartucheras en un caballo, del asiento de la moto, y se dirigió hacia la cantina a tomarse un asiático y unos croissants de chocolate.
El asiático, que por cierto señoras y señores, se inventó en la pedanía cartagenera del Albujón—era para calentar el espíritu y el croissant para alimentar el cuerpo.
La primea hora la tenía libre, así que fue a su departamento a terminar de preparar el examen de filosofía que tenía con sus alumnos el Viernes.
Tebar no era un profesor al “uso”; De momento no tenía asignada ninguna asignatura, sino que daba las clases en función de la demanda del insti.
El decía sobre su trabajo que era un mercenario de la educación, un todoterreno, un comodín para con sus compañeros.
A ellos cuando le preguntaban que había estudiado siempre les contestaba lo mismo con cierto orgullo: la vida.
Y en parte tenía razón; a lo largo de su vida lo único que lo había motivado intelectualmente era la curiosidad.
Y él solía poner muchos ejemplos, sobre todo a sus alumnos para motivarlos;
Solía darles la miguita para que ellos, por sí solos, si querían, buscaran la barra de pan completa.
Era una forma de incentivar a sus alumnos y a Tebar le daba resultado.
Sus alumnos, quinceañeros en su mayoría, lo apreciaban tanto como profesor como por persona y eso para el él era una gran honra que lo estimulaba para ir a clase todos los días.     
Cuando terminó de pasar el examen de filosofía se dirigió a clase, ya que le tocaba a segunda hora con los chavales de 3º de la ESO.
Hoy en la clase de filosofía iban a analizar la letra de la canción de Pink Floyd: “Another brick in fhe wall”.
Iban a estudiar en que contexto se escribió la canción, que miembro del grupo la compuso, en que momento histórico se creó...?
Por qué fue ese grupo y no otro el que tocó en 1989 tras la caída del muro de Berlín.?
Todas esas preguntas que los alumnos se hacían fueron contestadas entre ellos mismos tras escuchar la canción protesta de los Pink Floyd .
Un alumno avispado le preguntó a Tebar :
n       Profe, esta no es la canción típica de protesta de finales de los `60 verdad?
n       Efectivamente Roberto. Esta canción es una crítica al sistema educativo de la Inglaterra mas ñoña. Esta escrita concretamente en 1979 cuando yo apenas tenía 10 años, y la primera vez que la escuché fue en el coche de un amigo a 150 Km/ h en plena autovía camino de La Manga del Mar Menor y “tó emporrao”.
Ya entonces me llamó la atención eso del “ teachers leave the kids alone” y sólo me bastó ver unos años después “ El club de los poetas muertos” con un espléndido Robin Willians para despertar en mí el ansia y la vocación de enseñar
-          Y qué le motivó a enseñar profe, le preguntó otro alumno con curiosidad.
-          Pues una frase que escuché a un profesor mío cuando yo apenas tenía vuestra edad; pero que con sus palabras y su actitud me encaminó por la senda de la educación
-          Y que palabras fueron esas le preguntó Condomina, su alumna más aventajada
-          Pues verás Condomina, un día en clase alguien le preguntó al profe porqué le gustaba enseñar y él contestó:
“ Porque los niños no saben nada,
   porque los adolescentes lo creen saber todo,
   porque los adultos dudamos de todo y
   porque los ancianos sólo creen en la muerte”         
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Tras acabar la didáctica clase de Filosofía – sólo le quedaba una clase pero a última hora de la mañana---- Tebar no sabía si irse a relajarse a la Cortina—playa a las afueras de Cartagena— o si quedar con Vida e invitarla en su casa a comer esa tarde después del curro. La duda era motivada porque sabía que quedar con Vida a mitad de semana era harto difícil porque ella tenía que estar disponible las 24 horas del día debido a su curro de DUE en un hospital privado de Murcia que, para ahorrarse presupuesto, contrataban a su personal con contratos basuras y con unos horarios propios de países tercermundistas.
Así que ante la duda la llamó porque tenía mono de Vida; aunque ese fin de semana habían estado juntos en una casa que Tebar tenía en La Manga del Mar Menor junto al Mar Mayor—así se le llama al Mediterráneo en La Manga
Optó por llamarla al móvil privado, que sólo él y,una cuantas personas más conocía.
--¿ Donde estás? Preguntó Tebar esperanzado de que Vida no estuviera trabajando a esas horas de la mañana.
n       Pues aunque no te lo creas me acabo de pegar una ducha matutina  porque me acabo de levantar hace 30 minutos en mi primer día libre en 2 semanas.
n       Cojonudo!!!!  Que pensabas hacer pues, esta mañana?
n       Pues si quieres que te diga la verdad ni me lo había planteado. Me estaba dejando llevar por el día. Pensaba bajar y desayunar en el bar de la esquina leyendo el periódico tranquilamente. Fumarme un cigarrito con parsimonia y dejarme caer por el puerto para dar una vuelta y aprovechar el día tan soleado que hace. Y tú que pensabas hacer?
n       A mí me queda todavía una clase a última hora de la mañana. Pero si aceptas el envite te invito a comer en mi casa. Te hace a eso de las 3.
n       Pues eah, vale , me hace. Pero una pregunta sin doble intención? Qué vas a cocinar?
n       Ahora que lo dices no lo sé todavía. Me dejas que te sorprenda?
n       Por supuesto Tebar; tú siempre me sorprendes.
n       Joder Vida me subes la moral cada vez que hablo contigo.
n       Bueno, pues espero subirte algo más después de comer. Aceptas mi envite Tebar? Dijo irónicamente Vida.
n       Acepto tu envite y órdago a la grande y al juego. Con dos cojones.!!!!
n       Déjate los cojones para luego, anda, vacilón. A las 3 en tu casa. Ciao.
Tebar colgó con un sabor de miel en la boca. Había quedado con su chica,  en su casa y encima iba a agasajarla con un menú especial para deleitarse los dos gastronómicamente hablando.
Como quería sorprenderla,  Tebar se fue inmediatamente a ver a su amigo Selva que tenía un restaurante en las Cuatrocientas y era su chef preferido.
Cogió su moto del aparcamiento de su insti y con el GPS en su cabeza se encaminó hacia el restaurante de su amigo que quedaba a unos 10 minutos de donde estaba.
El restaurante, un rincón con solera de entre los locales de restauración de Cartagena, se distinguía por su comida fácil pero efectista.
Cuando Tebar llegó aparcó su moto en el parking privado del restaurante, se bajó y dirigió sus pasos hacia un local que te recibía con unas largas escaleras de madera que conducían a un amplio y coqueto salón-comedor de no más de diez mesas y .unos cuarenta comensales.
A la derecha se extendía una barra de madera en forma de “L “que abarcaba todo el local así como unas estanterías altas, muy altas, hasta el techo, donde se alineaban las botellas de vino en una bodega como soldados en una trinchera.
En la parte de arriba, donde estaban los aseos, había dos o tres mesitas más en otro rincón acogedor y una mesa de billar que Selva con buen ojo había colocado para que los clientes que quisieran la utilizaran para hacer menos pesada la espera ya que en los fines de semana el local se “ petaba”.
n       Está Selva? preguntó Tebar a un camarero de unos 40, que secaba los platos mecánicamente como si en su otra vida hubiese echo lo mismo toda su existencia, que tenía la mirada perdida hacia el infinito.
n       Sí, dijo con una voz ronca señalando unas cortinillas que separaban el espacio de la barra de la cocina.¿ Lo aviso?
n       Sí por favor
n       De parte de quién?
n       Dígale que está aquí su amigo Tebar.
n       Un momento. Dijo el camarero perdiéndose entre las cortinillas.
A los 3 minutos contados apareció Selva con un delantal manchado con algo que perfectamente podía ser restos de tomate y en una mano una mandarina a medias de comer.
n       Qué tal chaval? Le preguntó Selva a Tebar.¿ Qué pasa? ¿ que tienes hambre? Porque últimamente sólo vienes aquí para comer. A mí me tienes un poco olvidado, no a sí mi comida
n       Bueno, bueno; rencores a parte. Hoy vengo por tus consejos gastronómicos no por tu comida, contestó Tebar
n       Bueno al fin y al cabo es lo mismo , vienes por mi comida no por mí.
n       Está bien Selva “pa ti el duro”; pero necesito un menú spress pa impresionar a una chica
n       Uh!!! Gastronomía y sexo. Buena combinación. Está bien, has logrado convencerme. Pero con una condición: con que la traigas a cenar un día para conocerla.
n       Eso está echo Selva, agregó Tebar
n       Bueno pues apunta que disparo.
n       ¿Tienes papel y boli? Preguntó Tebar.
n       ¿No eres profesor ? Pues ejercita la mente y toma nota mentalmente coño!!!
n       Está bien. Tomo nota
n       A ver, déjame pensar en voz alta: una chica;¿ comida o cena? Preguntó Selva
n       Comida. Es muy difícil quedar con ella a otra hora ya que sólo libra algún día entre semana y muy pocos fines de semana.
n       Una mileurista explotada como tantas otras,¿ no?
n       Pues sí, contestó Tebar. Trabaja en un hospital “ privao” como DUE.. Es alta y espigada como un junco; lleva el pelo casi siempre recogido en una coleta y cada vez que la veo en bata me la imagino sin ella. Es dicharachera simpática y muy extrovertida y se vuelca con los pacientes como si fueran de su familia. Es morena y con los ojos azules y ahora mismo mi corazón es única y exclusivamente de ella
n       Jóder Tebar, ahora me explico porqué me tienes tan abandonado. Pero ya la podías haber agasajado en mi restaurante algún día.
n       Bueno, ya me conoces Selva, sólo traigo aquí a mis chicas cuando han pasado la prueba del fuego.
n       Y qué prueba es esa, preguntó Selva, con curiosidad, que no sepa yo ya.
n       Bueno pues eso; cuando tengo confianza con ellas les pregunto: ¿de qué color es el cielo? Y según lo que me digan sé si la relación tiene futuro o no.
n       Ostia Tebar mira que eres retorcido y “ complicao”. No puedes preguntarles cual es su escritor favorito o qué cantante les gusta más no, tienes que preguntarle no sé qué del cielo.
n       Bueno Selva al grano y dame esa receta como si fuera una poción mágica que haga su efecto, y si es posible, inmediato
n       Bueno, pues ahora sí, toma nota.
n       Dispara, dijo Tebar.
n       De primero yo cocinaría unas costillas de cerdo con pimentón a la miel y, de segundo, unos espárragos con jamón ibérico al queso; eso regado con un Faustino I y, de postre, para colaborar en tu conquista,  te regalo un par de cazoletas de tocino de cielo de la casa . Vamos Tebar, que con este menú quedas bien hasta en una recepción  de Estado.
n        Pues muchas gracias Selva. Si la conquisto gastronómicamente hablando sabré valorar tu inestimable ayuda.
n       Como? Preguntó Selva intrigado.
n       Trayéndola  a cenar con una amiga que te aseguro sabrá también valorar tu arte culinario.
n       Eso espero Tebar ya sabes que me debes una.
Y con las mismas sellaron el trato con un apretón de manos y un  “ abrazo chillao “
Tebar salió de nuevo a coger su moto y se dirigió al insti “ to follao” porque llegaba tarde a su clase de última hora. Llegó con el tiempo justo, a sí que aparcó su Harley en el parking del insti y entró como una exhalación  a su clase de filosofía.
Cuando terminó su lección magistral dirigió su moto hacia su casa ya que iba “ pegao” de tiempo y todavía tenía que preparar el menú y eran ya las 14:15.
Justo cuando finalizó de hacer la comida llamaron al timbre; era Vida que traía en una mano una botella—oh casualidad!!!!—de Faustino I..
Se sentaron a comer a eso de las 15:45 y Vida quedó gratamente sorprendida ante un menú que le pareció definitivamente halagador; sencillamente la había conquistado no sólo por el corazón sino también por el estómago.

Tras la comida llegó el café , tras el café las copas y tras las copas la noche en un “ pispas” así que después se metieron en la cama sabiendo que esa noche era una noche como otra cualquiera  pero sabiendo ambos que esa noche para ellos no iba a ser una noche como otra cualquiera.

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