Otra
vez Italia. Como en la pasada Eurocopa, como en la última final sub-21, como en cuartos de la Euro 2008. España derrotó
a Nigeria (3-0)
y se medirá con la Azzurra en
las semifinales de la Copa Confederaciones. Cerrar el primer puesto del
grupo B no fue tarea tan fácil como pareció por el calor de Fortaleza y por el
despliegue físico del conjunto africano, capaz de hacer temblar los cimientos
del equipo de Del Bosque, sustentados por un Iniesta inmenso.
Con
ocho del Barça en su once titular, Víctor Valdés incluido, La Roja ejemplificó las virtudes
y los males de esta temporada del conjunto azulgrana. La pelota sigue siendo la
base, pero ya no es tan importante mecerla, acunarla con tranquilidad hasta el
área rival. La velocidad, el ritmo y la verticalidad se imponen durante muchos
minutos. Se pierde control, se gana sorpresa. La efectividad en los metros
finales es lo que da fuerza a un estilo por encima del otro.
Así
se gestó la primera diana del encuentro. Con Cesc como punto de partida, a un
toque hasta llegar a Jordi Alba. El delantero reconvertido, el lateral
eléctrico, recortó a uno, a otro, se llevó el balón con suerte y batió a
Enyeama. Iniesta, extremo falso, bajó a ayudar a los centrocampistas y dejó la
banda para las incorporaciones de Alba.
El
fútbol de España se había liberado sin Xabi Alonso. El balón circulaba más
rápido, los jugadores tenían más movilidad, Cesc, Xavi e Iniesta aparecían en
zona de creación para facilitar el ataque de La Roja. A cambio, perdía
fiabilidad en las transiciones defensivas, descubría más su retaguardia, exigía
más a los centrales.
Con
tanto futbolista de toque y con el marcador a favor, de España se esperaba un
dominio total del balón para hacer retroceder a los nigerianos hasta su área.
Alejarlos de Valdés, para reducir la efectividad de sus potentes cabalgadas. El
conjunto español no logró inmediatamente este objetivo. Perdió en la batalla
física y se precipitó en ataque. Cuando el partido pedía calma, a la Roja le entró la prisa.
Es
cierto que el posicionamiento de Nigeria invitaba precisamente a eso, a buscar
el pase al espacio una vez y otra, lo que convertía el juego en excesivamente
dinámico para los intereses del equipo de Del Bosque. El intercambio de golpes
permitió a Soldado encarar en el mano a mano a Enyeama en dos ocasiones. En
ambas se movió bien el delantero del Valencia, aunque erró en el disparo final.
La
joven Nigeria de Stephen Keshi no sabe especular e intenta que su anarquía
táctica le ofrezca más beneficios que pérdidas. Sus partidos no tienen pausa y
ahí, en ese vendaval de juego, el actual mediocentro único de España estaba más
expuesto.
La
ventaja es que en esa ida y vuelta, La
Roja dispuso de otra clara ocasión a su favor, cuando Cesc
mandó al palo un centro medido de Soldado. En el cuerpo a cuerpo perdían los
españoles ante el calor brasileño y la potencia nigeriana. Del Bosque se
desgañitaba en la banda pidiendo a sus futbolistas juntar las líneas, reducir
los espacios. Quería evitar que cada perdida de balón se convirtiera en una
ocasión sobre el arco defendido por Valdés.
Nigeria
aguantó mientras sus fuerzas estuvieron al máximo. Con el paso de los minutos y
el desgaste, la calidad individual se fue imponiendo. Y en ese aspecto, si hay
alguien que actualmente esté por encima de la media este es Andrés Iniesta. El
manchego se movió como pez en el agua en un partido que seguía abierto, con
espacios colosales. Y Torres entró al campo para marcar en su primera
aparición.
Un
envío de Pedro desde la izquierda lo remató a gol el delantero del Chelsea. El
partido ya no se le escapó de las manos a España, sólo preocupada por la
derecha. El extremo del CSKA estuvo inmenso, pero sus compañeros no acertaron a
aprovechar ni uno de sus envíos.
Así
que volvió a aparecer Jordi Alba para aprovechar un nuevo pase a la espalda de
la defensa nigeriana y firmar la goleada ante una selección a la que España no
había ganado nunca con un regate seco a Enyeama y un tanto anotado a placer.
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