Cataluña está en el candelero estos últimos días por culpa de los políticos de turno, Artur Mas y compañía. Solicitan que el Estado central se “olvide” de ellos para que Cataluña tenga más autonomía y consiga la independencia a través de un referéndum en el que el pueblo soberano vote.
Piden autonomía pero también piden que el Estado central sufrage los dispendios del tripartito. A ver si se aclaran; para unas cosas pertenecer al Estado y para otras no. De todas formas, la futura independencia de Cataluña choca con la Constitución.
Aquí os narro un viaje que hice a Barcelona para que os deis cuenta de que Cataluña no son sólo los políticos sino también una comunidad de gentes abiertas a España y a Europa y que no merece las entulticias de sus políticos:
"Después de pasar toda una semana preparando el viaje por fín cambio el chip y me dispongo a vivir mi mayor aventura en solitario; por lo menos, en lo que al viaje en tren CARTAGENA-BARCELONA se refiere.
Subrayando y resubrayando la guía de Barcelona y memorizándola hoja a hoja tengo en mente una aproximada idea de la Barcelona de principios de S.XX.: ---Gaudí , Dalí, Picasso--- y de la Barcelona actual--- Eduardo Mendoza, Vázquez Montalban, Maruja Torres, Mercedes Rodomera--- en cuanto a referentes culturales se refiere.
En cuanto a la historia vital de Barcelona la puedo imaginar a principios del s.XX con los anarquistas por las calles copando las zonas de la Rambla , La Barceloneta , El barrio gótico del Raval, el, mercado de la Boquería , repartiendo por estas calles sus pasquines revolucionarios con el anhelo utópico, pero para ellos real, de conseguir un mundo --- o en este caso una ciudad--- más igualitaria, solidaria y justa.
Luchando contra los oligarcas y la burguesía acomodaticia que dominaba la ciudad con la excusa de que a los obreros les proporcionaban el trabajo para poder mantener a sus familias con un poco de dignidad.
Con la excusa del pan para el obrero y la plusvalía para los empresarios y dueños de las empresas—textiles sobre todo—la sociedad barcelonesa se debatía entre dos mundos muy diferentes,-- los obreros y su revolución particular y los burgueses con sus espectaculares villas y mansiones, donde vivían ajenos a la problemática social de la Barcelona de principios del XX.
Esta desigualdad social pervive todavía en los barrios mas modestos y tradicionales de la Barcelona actual.
El contraste es brutal si paseas un buen rato, bien acompañado—para comentar la jugada—por ejemplo, por la plaza de Catalunya o la zona turística de la Rambla y luego tan sólo a unas calles adyacentes, tus ojos se percartan de la marginalidad del barrio gótico del Raval – el casco antiguo de Barcelona—
Lo mismo sucede si se te ocurre visitar la Barceloneta y en vez de echar por el paseo marítimo principal – Paseo Juan de Borbón—caminas por el entramado de calles y callejuelas estrechas y con un trazado irregular y anárquico—como la Barcelona de finales del XIX— de las calles paralelas al paseo turístico tradicional.
Calles donde los Pakistaníes han instalado sus negocios particulares para prosperar con su trabajo y el sudor de sus inmigrantes frentes.
Imaginaos lo que tienen que trabajar aquí para poder mandarle a sus familias un poco de dinero ya que apenas subsisten en sus países de origen.
Quizás incluso son sus padres, hermanos, tíos y abuelos los que en su tierra natal han ahorrado durante décadas para mandar al primogénito a la Europa “desarrollada” y poder éstos enviarles unos euros mensualmente para que sus allegados “tiren pa lante”.
Barcelona al contrario que Madrid es una ciudad para paseantes despreocupados; es una ciudad típica, en cuanto a mentalidad y filosofía de vida, del mediterráneo Occ.--- MEDITERRÁNEO TIERRA DE PASIÓN..—
Por supuesto, sus gentes son menos espídicas que los ciudadanos de Madrid. Un ejemplo ilustrativo es el metro: en Madrid la gente parece que va al “sprint”, sin embargo en Barcelona siguiendo la analogía deportiva parecen que están practicando “carrera de fondo”.Todos, aparentemente, van relajados y sin preocupaciones al contrario que en Madrid, en los que si te fijas un poco todos tienen cara de "estresaos".
Con un poco que te abandones a su vitalidad y el ir y venir de sus gentes La Pla de la Boquería te subyugará y será imposible que, al menos en un espacio largo de tiempo, te olvides de sus típicos olores y si le echas un poco de morro, de sus sabores.
Probar las distintas clases de uvas, las verdes mandarinas -pequeñas pero sabrosas-, las naranjas, las manzanas, los melones ofrecidos por tajadas -para catar antes de comprar-, las rojas sandías; observar las distintas clases de setas -recolectadas en la cercana sierra catalana- de todos los tamaños, colores y formas; las numerosas y variadas lechugas, los rojos tomates y, por supuesto, -no podían faltar en un mercado del mediterráneo sus puestos de pescadería- con pulpitos, calamares, sepia y un sin fín de variadas especies marinas-, que colmarían el paladar de cualquier chef que se precie."
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