lunes, 28 de septiembre de 2015

La Consejería refuerza los controles para evitar trampas a ciclistas y daños en el monte


Las piedras, que se sepa hasta ahora, no llegan solas a una senda transitable, justo a la salida de una curva y en plena bajada. Sobre todo si su tamaño es más grande que dos balones de fútbol juntos. Sin embargo, Fernando Corbalán Hernández se encontró semejante pedrusco en la Senda de la Tana, en mayo de 2014, cuando cubría con su 'mountain bike' una ruta entre la pedanía de San José de la Montaña y El Valle. «Por suerte frené a tiempo, pues era imposible evitar esa piedra; desde entonces soy más prudente», reconoce. Y hace lo apropiado porque en los últimos cuatro años, en el Parque Regional de Carrascoy y El Valle la Consejería de Medio Ambiente ha venido «descubriendo» un amplio abanico de trampas.

Las hay de todos los tipos y tamaños. Agujeros excavados a conciencia y con muy mala leche, de unos 40 centímetros de ancho por 40 de profundidad, y en zonas estratégicas: a mitad de una curva y en cuesta, para que la rueda se encaje y el ciclista acabe tendido en el suelo. Tampoco faltan trabajos 'de bricolaje' como las tablas con clavos; otros clásicos como esparcir chinchetas y vidrios, y caminos sembrados de troncos y ramas. La Consejería reconoce que hay al menos una denuncia de un ciclista por la colocación de cables en un camino.

En mi opinión, no se si serán intencionadas o no estas trampas de las que hablan, como los agujeros excavados, y las piedras puestas aposta, pero si es así,la solución supongo que será concienciarse con los accidentes que puede sufrir un ciclista, o simplemente un senderista. No entiendo otra manera de erradicar el problema,aunque también los controles están bien.Por el interés de todos, las zonas protegidas deben tener un control.

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