La laguna salada por antonomasia de la costa cartagenera, la joya turística de la región, está en peligro de muerte. Si no hacen algo nuestros políticos para evitar que, sobre todo, la rambla del Albujón siga vertiendo productos fitosanitarios de los agricultores, sobre todo fosfatos y nitratos, al Mar Menor, la gente va a coger miedo y van a terminar por no bañarse en sus cálidas aguas.
Hasta hace unos años se podían ver en sus aguas caballitos de mar y eran muy preciados los langostinos del Mar Menor. Los caballitos ya no se ven y los langostinos son "bocatto di cardinale" para quien los pueda pagar.
A mi sobre todo me fastidiaría dejar de bañarme en sus aguas en Semana Santa, porque el agua está más cálida que en el Mar Mayor. Me fastidiaría no poder jugar con mis sobrinas en la Cala del Pino en verano, porque de siempre a los críos les gusta más el Mar Menor que el Mayor. Me fastidiaría dejar de pasear por su orilla porque los atardeceres en el Mar Menor son de los más bonito que han visto mis ojos. Me fastidiaría y me fastidia que el Mar Menor no sea una opción para ir a bañarse y que este progreso impostado se cargue nuestras costas y nuestros mares. Porque nos los estamos cargando, y una prueba de ellos la tenemos en el Mar Menor.
Porque tenemos que cuidar de la naturaleza alcemos nuestra voz contra la especulación incontrolada. Todavía estamos a tiempo.
Para más información ir a esta noticia publicada en la verdad:
El estado de la laguna salada entra en campaña con los ataques de los partidos de la oposición, mientras el PP pide que no se utilice como «arma arrojadiza»
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