La droga más dura, más extendida y más
aceptada en todo el globo terráqueo, sobre todo en el considerado primer mundo,
por razones obvias, y que más corrompe, incluso a los que
considerábamos más íntegros moral o éticamente, es la que todos
llevamos en más o menos cantidad en bolsillo: el maldito parné.
Por dinero se cometen toda clase de vilezas: se
compran voluntades, se maltrata al medioambiente, se roba, se secuestra, se
miente, se corrompe el sistema y los que lo forman, que es lo peor, y eso se
extiende al resto de la sociedad porque " si lo hacen los de arriba por
qué no los de abajo", y lo que más fastidia es que nadie está dispuesto a
romper la baraja; incluso se mata y en grado superlativo se provocan
guerras con todo lo que ello conlleva de sufrimiento.
No pretendo hacer un estudio antropológico, porque no
estoy capacitado, del uso que el ser humano hace del dinero, pero está
claro que cuando hacemos un mal uso de él o lo queremos adquirir de una manera
no lícita nos metemos en muchos problemas. Y la pregunta que le surge a un
simple españolito de a pie es: ¿merece la pena ensuciar tu vida de vileza por
llevar una vida que no te corresponde por esfuerzo, dedicación, valía o
simplemente suerte? Para mí no, yo lo tengo claro, pero está visto que en este
país de lazarillos lo de medrar, y no por el esfuerzo precisamente, se ha
convertido en todo un deporte, con medallas y todo.
La vida no es justa, desde luego que no es justa.
Todos nacemos con unas circunstancias y tenemos que aprender a desenvolvernos
con ellas, nos gusten o no. Y desde luego el que mejor sepa manejarlas sin
hacer daño a los demás es para mí el que mejor se adapta, y ya sabemos lo que
dijo Darwin.
En esta sociedad donde el capitalismo nos lo han metido
literalmente por los ojos, el dinero es necesario. Pero hasta qué grado lo es
realmente y hasta qué punto nos “venden” que es necesario. Eso lo decidimos
nosotros, porque todos somos consumidores y decidimos en qué producto nos lo
gastamos y en cual no. Hacemos una selección cada cual según su criterio:
calidad/precio, oferta, fidelidad, si es saludable o no, gustos personales, o
una mezcla de estos y otros factores que empleamos al elegir un producto. Los
consumidores tenemos la última palabra a la hora de elegir lo que consumimos,
sólo tenemos ese "poder", que no es poco, porque imaginaros un boicot
a un producto determinado: hundiríamos a la empresa y sus trabajadores.
Desde
luego lo peor de todo es tener mono de dinero, porque al
ser la droga más dura, todos, y digo todos, la necesitamos y ya desde
pequeños nos "preparan" para conseguirla y el que se salga del rebaño
es calificado de hippy, antisistema, o como queráis llamarlo. Porque claro si
nos salimos todos del sistema y nos " autoabastecemos" se hunden sus
negocios y claro, eso no les conviene.
Valorar lo que
tenemos a nivel personal y también a nivel material, tener criterio propio, no
compararnos con otras personas, no dejarse embaucar por anuncios o mensajes
engañosos, saber que todo cuesta un esfuerzo personal, valorar a los demás por
cómo son y no por lo que tienen y, sobre todo, tener claro que el dinero es un
medio y no un fin, es el único antídoto para no dejarse corromper por el
poderoso caballero que es el dinero.
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