Debería ser uno de los momentos más relajantes del día. Nos metemos
en la cama, nos ponemos cómodos y calentitos, empezamos a sentir cómo
nuestro cerebro se desacelera… y de repente, experimentamos la turbadora
sensación de que nos caemos. Es como si uno calculase mal el número de
escalones al bajar la escalera y hubiese dejado la pierna en el aire un
momento más de lo esperado. No resulta agradable.
Esta sensación de que nos caemos cuando estamos en la cama es el fenómeno conocido como “sacudida hípnica”
y puede ir acompañado de una alucinación visual. Puede que haya oído
llamarlo “sobresalto del sueño”, “sacudida hipnagógica” o “sacudida
mioclónica”, pero para no complicarnos nos atendremos a la primera.
Entonces, ¿qué es?
La sacudida hípnica se produce cuando los músculos, por lo general de
las piernas (aunque puede observarse en todo el cuerpo), se contraen
rápidamente de forma involuntaria, casi como un tirón o un espasmo.
Cuando la sacudida se convierte en un problema
De cualquier modo, aunque en la mayoría de los casos se trata de un
fenómeno normal y natural, la sacudida hípnica puede constituir una
experiencia desconcertante o aterradora. En casos extremos –ya sea por
su frecuencia o por la velocidad y la violencia de la sacudida– puede
mantener a la persona despierta, impidiéndole entrar en un proceso
normal de inicio del sueño, y provocando a largo plazo una forma de insomnio de conciliación.
Puesto
que la sacudida hípnica está relacionada con la actividad motora, es
probable que todo aquello que mantenga activo nuestro sistema motor por
la noche aumente las posibilidades de experimentarla, y posiblemente
también de manera más intensa.
Así, la cafeína (y otros estimulantes) o el ejercicio intenso a
última hora del día y los niveles elevados de estrés y ansiedad por la
noche van asociados
a una mayor probabilidad de que se produzca una sacudida hípnica, y
deberían en consecuencia evitarse en la medida de lo posible. Otras
razones podrían ser el cansancio excesivo, la privación de sueño o los
horarios de sueño erráticos. En este caso, es importante mantener un
patrón de sueño/vigilia regular.
La cafeína o el ejercicio intenso a última hora del día van asociados a una mayor probabilidad de que se produzca una sacudida hípnica
Por último, desde la perspectiva nutricional, se ha indicado, si bien
de modo anecdótico, que las carencias de magnesio, calcio o hierro
pueden también aumentar las probabilidades de experimentar una sacudida
hípnica espontánea. Dicho eso, se ha insinuado también
que las sacudidas hípnicas podrían estar causadas por la estimulación
sensorial durante el periodo de inicio del sueño, de modo que garantizar
un ambiente fresco, oscuro y tranquilo para dormir puede ayudar a
reducir la frecuencia y la intensidad de dichas sacudidas.
El hecho es que hay muy poca investigación sobre el tema,
probablemente porque se considera en gran medida un fenómeno normal, lo
que dificulta que se proponga un “tratamiento” definitivo. Sin embargo,
sí sabemos que, con la edad, el número de sacudidas hípnicas que
experimentamos deberían reducirse de manera natural. Lo principal a este
respecto es considerar si la sacudida hípnica le causa problemas a
usted o a la persona con la que comparte cama. Si es así, deberá acudir a
un especialista del sueño. La dificultad estriba en que hay diversos
trastornos, como la apnea del sueño, que producen síntomas parecidos a esa experiencia.
Y si todo lo demás falla, siempre podemos echar la culpa a nuestros antepasados.
Leer más en:http://elpais.com/elpais/2016/07/27/ciencia/1
OPINIÓN: Todos hemos experimentado esta sensación al dormir, la cual, ocurrre de forma normal y natural, pero ante la que deberíamos tener cuidado en caso de molestias continuas y consultar con el médico. Entre otras cosas puede ser algo preocupante si no conciliamos el sueño, debido a que la falta de sueño provoca múltiples malestares que pueden ser muy perjudiciales a nivel funcional de nuestro sistema neuronal y motor.
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