Un día estando en casa descubrió que había mil y una maneras de matar el tiempo. Lo primero que hizo Luis fue hacerse un plannin de lo que iba a ser su día a día. El principal aspecto a tratar era organizarse por horas. Así pues, dijo tener un horario acuerdo a sus necesidades que serían las siguientes:
1. Aprender a tocar la guitarra de 5 a 6 horas.
2. Merendar de 6 a 6´15 horas.
3. Estudiar algún idioma por libre de 6´15 a 8´15 horas.
4. Cenar de 8´15 a 8´45 horas.
5. Oír algo de música, utilizar el ordenador hasta las 10 horas.
6. Ver la televisión de 10 a 12 horas.
Todo parecía ser lo perfecto. De hecho, así fue durante poco más de un año, tiempo en el que se fue aburriendo de sus obligaciones. Algo fallaba en el plannin y no sabía que era, lo cierto era que le había ido muy bien hasta ahora. Pero cansado mostró desinterés, es más, llegó a quedarse las tardes estancado en el ordenador como si mirase fijamente la pantalla y pasasen las horas muertas. Ésta fue su principal afición durante mucho tiempo y lejos de apartarse de su ordenador, decidió que de forma menos adictiva lo utilizaría. También, tuvo tiempo para aprender a tocar la guitarra, algo a lo que le dedicaba como mínimo una hora diaria. Los comienzos fueron difíciles, pero más tarde llegó a encontrarle el sentido a esa distracción, para después pasar a no tener motivación alguna por lo que realizaba.
Terminó con varias aficiones, a la vez, porque ya sabía lo suficiente, más no le motivaban. Así pudo distraerse un tiempo, pero encontró que tenía que hacer otras cosas que le reforzarán como persona. Se dedicó a salir con algunos amigos de aquel centro de Rehabilitación de Salud Mental al que asistía y vio como no tenía por qué aburrirse, es más, podía enseñarles sus experiencias entre otras cosas con algunas personas de su entorno social, como de hecho hizo. Al cabo de un tiempo todos compartían sus aventuras, hazañas o peripecias en la vida. Y pese a que muchas veces discutían podían hacer muchas cosas en común, como ir al puerto a ver pasear a otras personas o quizás el vuelo de las gaviotas.
Hacer footing alguna tarde que otra, puesto que era algo que se había puesto de moda y lo suficientemente saludable para todos. Descubrió así el lado positivo de las cosas y no quiso perdérselas, incluso el mismo salía solo a dar un paseo por el parque o el puerto para contemplar maravillado esa ciudad que bajo cuatro paredes se estaba perdiendo y viendo pasar su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario