lunes, 16 de diciembre de 2013

LA HADA AZUL DE LA NAVIDAD

Era una de esas mañanas de frío invierno por lo que decidió recluirse en su casa lejos del mundanal ruido. Allí no pasaría más frío, que aquel que le proporcionaban la estufa y las mantas, es decir, casi ninguno. Para entonces se esperaban grandes y mayores nevadas por aquella región donde él vivía. Casi lleno de razones decidió no pasar más una tarde fatídica de navidad. Por lo que se escondió en casa sin salir a ningún lugar.
Efectivamente, recluido en su casa y junto a la chimenea miraba a la ventana desde ahí divisaba todo. Llevaba así, ya, varios años. Pero un buen día, los chicos de la calle que estaban haciendo muñecos de nieve, estando  jugando con ellos, en plena calle. Tiraron inocentemente una bola de enormes dimensiones a los cristales de su ventana. Le entró tal repelús que decidió coger su abrigo y  salir a darles una gran reprimenda a los chavales,  por dicha acción. Pero, de repente, sintió el espíritu  navideño dentro de sí mismo. El cruel frío se convirtió en calor. Empezó a divisar como jugaban aquellos chicos y su corazón se le encogió en un puño, justo cuando en plena regañina consiguió ver al hada azul de la navidad quien le tocó con su varita, en su pétreo corazón. Y fue sintiendo como pese al frío su vida comenzaba. Se estaba perdiendo gran parte de su tiempo escondiéndose de todos, en aquellos meses de invierno. Desconectado de todo el mundo, de cualquier realidad. Por lo que un día decidió ponerse un gorro de Santa Claus y un traje rojo como el fuego de la pasión de aquel invierno en su corazón e ir por las calles de NEW YORK repartiendo caramelos a todos los chicos de Brooklyn, The Big Apple, en Manhattan  e inclusive los del Bronx.
COMENTARIO: De esta manera sintió la magia del corazón, tan especial que hace al mundo vibrar. Si sientes con su magia verás su calor. Fue así como estas fechas llegaron a su castigado corazón y se enamoró de cada copo del blanco color de aquel manto de nieve que llenó por completo las calles de su ciudad  como de su fuerza interior. A la cual llamó amor.



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