Mientras Euxípides
bromeaba de nuevo, en el comité había algunas caras largas, y otras, más largas aún:
¡Maldita la gracia!, se adivinaba en el aire.
– Oh rey, cuan grande es vuestra
bondad...-Decían.
– ¡No, no... a mi no! dadle las
gracias a este hombre.-Dijo el soberano.
– Por cierto ¿quien eres?
– Un aprendiz.
-Eres demasiado anciano para ser aprendiz...
-Cuando se tiene curiosidad por la observación, la razón
nunca deja de fluir ni yo de
aprender, por eso soy
tan solo un aprendiz, y lo seré, hasta el día de mi muerte. O ¿acaso acaba el río hasta entonces?
– Pues eso no será hoy... anciano, por
tu ingenio y sabiduría quiero que seas mi consejero de honor y te nombraré sabio de mi corte, porque a mi me lo pareces, aunque tu te consideres un mero
aprendiz. Que los poetas y músicos registren lo ocurrido. Bueno aprendiz...
algún nombre tendrás ¿como podemos llamarte?
-Me llamo Aristóteles, alumno de Platón que a su vez fue
alumno de Sócrates; No es
muy interesante, pero
siempre viene bien hacer memoria...
-No puedo aceptar el cargo que me ofrece –proseguía el
anciano – yo soy un alma
errante que recorre
las ciudades y caminos, y que solo busca comprender el mundo que le rodea. Mi
curiosidad me impide estarme quieto, no podría soportar estar encerrado en
palacio.
En tal caso, siempre serás
bienvenido, cuentas con mi favor y el favor de mi pueblo, Aristófanes...
– ¡¡No,no, me llamo Aristóteles!! A mi
exposición tengo que añadir la posible existencia de un quinto elemento, que
aunque es invisible y lo invade todo, es de lo que están hechas las ideas. Ya
he acabado mi discurso, no quiero aburríos más con mis locas ideas. – Dijo
Aristófanes, digo Aristóteles.
-De locas nada (nos habían salvado la vida) –¡VIVA EL GRAN ARISTÓFANES! –
-dijeron
algunos al unísono.
-La madre que
os parió... -Susurraba el viejo para sus adentros-
Los demás empezaron a aplaudir
súbitamente y la alegría fue multitudinaria, Euxípides sonrió también:
– Me temo que tendré que seguir
aplastando ejércitos al estilo tradicional. Tal vez no pueda retar a los
dioses. Pero mis guerreros de Esparta, el mejor ejercito del mundo, aplastarán
a nuestros enemigos con o sin elementos. Solo hacen falta armas: espadas,
lanzas y escudos... y nuestros hombres, dispuestos a empuñarlas a la vieja
usanza, como toda la vida de Dios.
Ya llegada la
noche, Euxípides mandó traer vino para
todo el mundo, la velada le había complacido mucho:
– ¡Pero diablos, que corra el vino,
brindemos en honor a Baco y a Aristóteles! discípulo ¿de quien era? bueno es
igual. Sin duda tus maestros no pasarán a la historia.
- Ni lo pretendemos – Replicó Aristóteles.
Los músicos y poetas tocaron y
declamaron, aparecieron bellas muchachas bailando y allí se organizó una juerga
como no se recordaba en ese palacio de Esparta desde hacía mucho tiempo.
¡Por
Zeus! todos bebieron tanto vino esa noche que hubo algunos que incluso juraron
haber visto el quinto elemento pululando por palacio. En fin, no les fue mal y
todo quedó en... ¿como diría yo? una trágica broma de este jocoso rey, cuyo
aburrimiento en esos tiempos de paz le inducían a entretenerse de la mejor
forma posible. La historia no conserva ni una sola palabra de este rey ¿Y a
quien le importa? aunque todos los ahí presentes pudieron contarlo.
Baco
reía desde las nubes, y entre copa y copa de vino, admiraba a las chicas
danzar:
<<¡Que
elementas!>>
Dani Alcaraz
¡¡¡MAS EN ENDORA 13!!! "Los 4 elementos" Daniel Alcaraz gonzález
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