lunes, 10 de diciembre de 2012

LA IMAGINACION ES LIBRE

       Después de dos semanas en el dique seco, aquí os presento otro relato de los míos:
      Se conocieron gracias a Badoo, pues los dos acababan de llegar a Madrid, y salvo los compañeros de piso, no conocían a nadie en la capital. Él desde Santander y ella desde Cartagena.
            Estuvieron más de una semana chateando y cuando por fin quedaron para verse decidieron conocerse en El Gran Café.
            Ella eligió ese local por sus conciertos de jazz en vivo y por su semejanza con otro de Cartagena el cual le había descrito con precisión su hermano mayor: el Arlequín; mesas de mármol con patas de hierro forjado y ambiente bohemio ideal para tomarse un café y tener una buena conversación.
            Petra cogió un taxi desde Alcalá 154 hasta el bar y por el camino su imaginación se desbordó: Me habré puesto la falda adecuada?  Me quedará bien la falda con las medias de dibujos?  Me habré echado mucho colorete en la cara? Pareceré una furcia con este rojo intenso en los labios? Mira, parece que se ha puesto a llover. Toda la semana con buen tiempo y hoy precisamente se jode. Cómo será el chaval? –pues según se contaron, ella estaba cerca de los cuarenta y él no llegaba a los treinta--. Será bien parecido? Tendrá una buena conversación o será un niñato de estos enganchados a las nuevas tecnologías, que será lo más probable.
            Él se fue andando desde el FNAC hasta el Gran Café dando un paseo; llevaba un pinganillo en la oreja e iba escuchando a  “Los Violadores del Verso” un grupo de rap que esos días ponían mucho en Radio-3. Por el camino su imaginación también se desbordó: estará buena? Echaré un polvo esta noche?  Cómo será en la cama? De qué le gustará hablar? Mierda, está chispeando y no llevo paraguas. Me voy a calar y llegaré hecho un adefesio. Joder que putada, menos mal que estoy cerca.
            Los dos llegaron casi al mismo tiempo; ella con un ejemplar en la mano de “El principito” y él con otro de “ Juan Salvador Gaviota” Por los avatares del destino se encontraron en la puerta, él medio mojado, ella nerviosa.
n      Hola eres Petra? Se adelantó él.
n      Imaginación de él: Joder, está mejor de lo que me esperaba. Qué buena está.
n      Si, y tú debes ser Max ,contestó ella un poco cortada todavía.
n      Imaginación de ella: Vaya, un yogurín. Es más joven de lo que me creía.
n      Entramos? propuso él, tomando la iniciativa.
n       De acuerdo, contestó ella.
n      Nos sentamos aquí al lado del ventanal?, sugirió Petra mientras se quitaba el abrigo.
n      Imaginación de ella: así, si me aburro, siempre puedo decir que he visto a alguien y me tengo que marchar.
n      Vale, es una buena idea, aseveró Alex
n      Imaginación de él: Joder, lleva una camiseta con la bandera de los EEUU y su pezón izquierdo se adivina bajo la estrella del 7º estado de la Unión.
n       Imaginación de ella: Vaya mirada que me ha hecho a las tetas. Este tío está salido.
n      Café o cerveza? Sugirió Max cuando se acercó el camarero.
n       Para mí un té con limón, pidió Petra dejando entrever que había más bebidas en la  carta de lo que Max le propuso.
n       Yo quiero un gin-tonic de Tanqueray, le espetó al camarero arrepintiéndose de haber sugerido sólo café y cerveza.
n      Imaginación de ella: Empieza fuerte el chaval. Será un borrachuzo?

La conversación les llevó por derroteros que ninguno de los dos imaginaba. Ella le habló de sus veranos en La Manga del Mar Menor. De su pandilla, de sus barbacoas en la playa, de las lágrimas de San Lorenzo en la Isla del Ciervo, de sus Nocheviejas el 31 de agosto—sus amigos la celebraban ese día porque luego en Navidad no se veían y así luego el 31 de  diciembre todos se acordaban de la pandilla cuando tomaban las uvas--, de sus ligues veraniegos, de su familia, de su Cartagena tres veces milenaria.
Él le habló de qué le había hecho venir a Madrid, de sus ansias de ser escritor, de sus ideas de futuros y próximos libros, de los personajes que posiblemente crearía para sus escritos, de las frases que había inventado y llevaba en su cuaderno de bitácora, como él lo  llamaba; de su Santander natal, de la novia que había dejado trabajando allí, para ganar unas perrillas y en un futuro no muy lejano, venirse con él.
En fin, hablaron de la vida y sus tejemanejes, de sus inquietudes, de sus anhelos, de lo que cada uno esperaba de su existencia y al final de la noche de despidieron así:
n      Cojemos un taxi y nos vamos a seguir la velada en mi casa, propuso un poco borracho Max.
n      Imaginación de él: a ver si pica y esta noche follo
n      Mejor nos vamos cada uno a su casa que estás borracho, te has bebido tres gin-tonics bastante cargados.
n      Imaginación de ella: Este tío así no pasa del primer asalto. Mejor quedamos otro día cuando esté más sobrio.
Y esa noche como la imaginación es libre pudo pasar cualquier cosa…..  

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