Veía luces de colores, perros
lazarillos y gatos afelpados que vuelan y pájaros con alas grandes corriendo;
tigres y leones a los pies de sus amos amaestrados y amansedumbrados; niños con
traje y corbata atados a sus iphone controlando la anárquica bolsa y el famoso
ibex-35; bebés satisfechos dándoles el
pecho a sus madres dependientes; felices borrachos que conducen autobuses y trenes repletos a rebosar de gente
insatisfecha que se reúnen a las siete de la mañana, como robots, para ir a
trabajar a frías naves industriales, los más desgraciados y, enormes despachos
con ordenadores, los más afortunados. Ladrones de guante blanco practicando
running detrás de policías drogados, y políticos inmaculados investigando a
presuntos jueces corruptos. Psiquiatras medio groguis empastillados todo el día
y enfermos mentales de viaje a Cancún, tostados y hartos de tequila sunrise y
mojitos, ligando con morenicas pechugonas y culonas dispuestas a todo.
Veía
geriátricos atestados de monjas quinceañeras alimentadas y cuidadas por
punkies, siniestros y rockers sesentones. Marroquís y ecuatorianos trabajando
para grandes y solventes bancos dándole crédito a caucásicos ávidos de dinero
para mantener a familias numerosas
desestructuradas. Enormes estadios atiborrados de analfabestias para
presenciar campeonatos de ajedrez a diez bandas. Filas interminables de coches
de alta gama haciendo cola para pillar un bocata de tortilla española y una
Casera con vino peleón Don Simón.
Famosos presentadores televisivos sentados en sus programas
entreteniéndose viendo a gente anónima como leen a Eduardo Mendoza o Pérez
Reverte, Platón o Santa Teresa. Conciertos de flauta, piano y guitarra en salas
con raperos nerviosos y niñas devotas del reggaetón.
Veía
a ricos y poderosos rebuscando, con un palo, en los contenedores de basura, y
pobres de solemnidad tomando whisky caro en salones aterciopelados, discutiendo
de alta política y hablando de prósperos y suculentos negocios. Vacas, pollos y
terneros despellejando humanos para dárselos de comer a sus hambrientos
semejantes. Valles, campos y montes boscosos dejando su podredumbre en todas y
cada una de nuestras lujosas y límpidas casas. Mares, ríos y lagunas calmas
como balsas de aceite repletas de peces y animales acuáticos varios, tomando
conciencia de su lugar en el mundo y en la madre Gaia.
Solamente
una vez tomé una dosis de poción mágica,
y mira lo que vi.
BASI JORQUERA
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