Este es el texto que leí en las VII Jornadas de enfermería de salud mental que se celebró en el hospital de Santa Lucía el viernes 19 de Mayo de 2017. El escrito está hecho recogiendo ideas de las reuniones que realizamos desde el 2 de marzo en el centro de rehabilitación de salud mental de Cartagena y también de las aportaciones que hicieron los miembros de la asociación Caleidoscopio de Valladolid. En las reuniones participaron psicodolientes del centro de rehabilitación, de Ápices y profesionales del ETAC y del propio centro de rehabilitación.
Especiales gracias a Miriam y Antonio del ETAC, por su implicación y tiempo dedicado hacia nosotros; porque otra locura es posible.
El texto, por su tamaño, está dividido en dos. Así es que la semana que viene podréis leer la segunda parte.
Todos podemos, en
cualquier momento, caer en la locura; y esta afirmación es totalmente ajena a
factores externos como edad, sexo, estado civil, etc… así es que pongámonos las
pilas porque esto te pude afectar tal vez a ti en algún momento de tu vida.
La sociedad, que
tan mal trata a nuestro colectivo, porque nos estigmatiza a causa de su
ignorancia y nos recluye para que en
momentos de crisis no molestemos, es la primera que debería de dejar de poner
paños calientes y abordar el tema fríamente. Sobre todo en cuestión laboral,
porque somos un colectivo muy amplio en cuanto al número de afectados pero a la
vez, y eso es lo nos enriquece, muy variopinto y heterogéneo. A la sociedad le
interesa y a nosotros también.
Un loco activo y
trabajando es un loco del que la sociedad no debe preocuparse o tiene que
preocuparse menos porque la actividad, la rutina, el sentirse útil, en
definitiva el estar integrado laboralmente es positivo para las dos partes. El
Estado podría destinar el dinero que se ahorra de esas personas trabajando,
porque estaríamos cotizando, en revertir esas mismas prestaciones en otras
personas que con malestar psíquico no pudieran trabajar. Porque en nuestro caso
seguridad económica es también sinónimo de salud mental. Ora et labora decían
los benedictinos. Rezar para no recaer, el que sea creyente, y trabajar para
mantener la mente ocupada porque cuando el diablo no tiene nada que hacer
espanta moscas con el rabo. Pues eso mismo decimos nosotros, que la ociosidad
para cualquier persona es muy peligrosa, pero para un psicodoliente más
todavía, porque la imaginación es libre y en nuestro estado más todavía.
La
locura es también cuestión de cantidad en el sentido de que se considera
normalidad a lo que predomina, a lo que está integrado en el sistema; a lo que
es minoritario se le etiqueta de friki y ¿qué es un friki sino un loco, un
pirao por algo? En nuestro caso se nos llama locos, pero se nos etiqueta para
que seamos fáciles tanto de reconocer como de medicar y tratar. Para que
estemos controlados. Cuando en la vida diaria alguien comete algún acto que
está fuera de la normalidad se suele decir: ese ha cometido una locura y nos
quedamos ahí sin profundizar más en las causas o en el por qué. Cuando a una
persona se la llama loco tampoco interesa qué es lo que realmente le pasa o
cómo ha llegado a esa situación, nos quedamos en la superficie porque,
preguntarle a alguien por la calle qué es la esquizofrenia o qué síntomas tiene
un psicótico o una persona esquizoafectiva. No tienen ni idea. El estigma no
nos lo vamos a quitar hasta que la sociedad no conozca más a nuestro colectivo.
Porque lo que no se conoce provoca miedo y si no miedo sí intranquilidad e inquietud.
Actualmente
el tratamiento para la locura, dentro del sistema sanitario, tiene una buena
cobertura lo que pasa es que dependiendo de la comunidad en que te dé el primer
brote, el debut, te van a tratar de una forma u otra. No es lo mismo, a nivel
de asistencia y medios, ser un loco en Valladolid que ser un loco en la Región de Murcia porque la
forma de abordar la locura por los profesionales es completamente distinta. Y
no lo entendemos porque para un paciente
con colesterol alto, tanto aquí como en Galicia va a ser tratado con una
estatina. ¿Por qué no sucede esto también con las enfermedades mentales? ¿Por
qué no tener los mismos protocolos aquí que en Albacete?, ¿Por qué no unificar
criterios? A nivel de fármacos ocurre un tanto parecido porque es un hecho que
si a un esquizofrénico le puede sentar bien el risperdal a otro con el mismo diagnóstico le puede venir
mejor el leponex o el xeplión. Si la psiquiatría está dentro de la medicina y
ésta es una disciplina científica que alguien nos explique por qué a igual
diagnóstico no igual tratamiento. Y ya que hablamos de la medicación tenemos
derecho a negarnos a tomárnosla porque también es un hecho demostrado y
demostrable que a las personas con malestar psíquico nos han dado brotes tanto
con medicación como sin ella. Ahí dejamos esa perla.
Pero
desde luego lo que sí tenemos claro es que menos tratamiento y mejor trato.
Porque ¿qué me decís de las plantas públicas de agudos que tenemos aquí en la Región de Murcia? Mucho
Murcia que bonica eres pero no os recomiendo que paséis una temporada en la
unidad de agudos, por lo menos como usuarios, porque es penoso. Vamos que
podéis olvidaros de lo que es el sol, las nubes, la brisa y las estrellas
porque no disponen de lugares abiertos, tan necesarios en personas con nuestro
diagnóstico. Quiero decir con personas que no requerimos estar encamadas. Con
lo bonico que sería una unidad de agudos con un jardín donde pasear y hacer más
agradable nuestro paso por la planta de psiquiatría. Realmente no saben qué
hacer con nosotros y a personas tan dispares como las diagnosticadas con depresión
crónica con esquizofrenia o incluso personas que se han autolesionado o que
provienen de la cárcel nos meten en la misma planta y ¡ala! Apáñenselas
ustedes.
Si estamos estancias largas o engordamos cinco
o seis kilos o adelgazamos esos mismos kilos porque o nos da por comer o por no
probar bocado; y la comida, no digo yo que la traigan del Bulli, pero sí con un
poco de calidad para que por lo menos ese momento del día sea un poco
placentero. También desde este foro queremos reclamar una sala para hacer un
poco de deporte porque el ejercicio incluso debería estar prescrito por los
sabios centinelas de nuestra enfermedad. Genera sustancias que provocan
felicidad y cansa; sobre todo esto último, cansa, para no tener que ir tan
empastillados por las noches, podamos dormir, y que por lo menos no se nos
caiga la baba ya a las once de la noche. Un poco de dignidad para con nosotros.
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