(Basada en "La Opinión", pág. 51, de 25 de febrero 2017)
La campaña diseñada por el Gobierno nipón "Premium Friday" arrancó ayer con el objetivo de retirar a los japoneses de sus puestos de trabajo antes de la hora el último viernes de cada mes.
Esta campaña arranca meses después de que el suicidio de una joven japonesa, que no podía soportar sus largas jornadas laborales, reabriera el debate en torno al "karoshi" o muerte por exceso de trabajo en Japón.
La legislación laboral japonesa establece que las jornadas de trabajo no pueden superar las 40 horas semanales, aunque permite las horas extra siempre que haya un acuerdo entre empresas y trabajadores. En la práctica, según informes de Gobierno, casi una cuarta parte de las corporaciones reconoce que sus empleados pueden llegar a trabajar más de 80 horas extras al mes.
El "Premium Friday" también pretende dar un impulso al consumo privado (que en Japón representa cerca del 60% del PIB) y terminar con la deflación crónica que afecta a la tercera economía mundial.
Por ello, muchas tabernas japonesas, conocidas como "izakaya" planean, no solo abrir antes de lo habitual sino ofrecer importantes descuentos a los potenciales clientes. También muchos centros coomerciales ofrecerán seminarios sobre maquillaje, desarrollo de la tradicional ceremonia del té, servicios de alquiler de kimonos, así como descuentos en la adquisición de ropa, complementos, electrónica, etc.
La noticia me sugiere una conclusión que se me repite con frecuencia y es la paradoja en que se convierte la manera de gobernar en la mayoría de los países democráticos: el papá Estado cuida a sus bebés-ciudadanos de las enfermedades que los propios sistemas generan (exceso de trabajo) y, a la vez, programa las actividades de los bebés-ciudadanos para que generen las cifras adecuadas de consumo (no descánseis, bebés,...consumir en los ratos de ocio que os obligo a no trabajar...).
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