Damos paso a la ansiada parada de vacaciones, os dejamos el enlace de la agenda cultural del Ayuntamiento de Cartagena plagada de actividades, eventos, exposiciones,... para el periodo estival.
El Carnaval de
Cádiz es uno de los más famosos de España considerado como fiesta de interés turístico
internacional. Todos los años y durante los meses de enero y febrero se celebra
en el Gran Teatro Falla el Concurso de Agrupaciones del Carnaval.
Su principal
significación es que autoriza la satisfacción de todos los apetitos que la
moral cristiana, por medio de la
Cuaresma, refrena acto seguido. Pero al dejarlos
expansionarse durante un periodo más o menos largo, la moral cristiana reconoce
también los derechos de la carne, la carnalidad. El Carnaval encuentra así,
además de su significación social y psicológica, su función equilibradora en
todos los aspectos. Y todo pese a que en 1523, Carlos I había prohibido
totalmente las máscaras.
Pero sin duda
con el transcurso del tiempo distintos aspectos se han ido marcando con mayor
profundidad hasta alcanzar en Cádiz una fiesta distinta. En el proceso de su
propia definición, el Carnaval gaditano toma peculiaridades del italiano,
explicable por la influencia fundamentalmente genovesa que Cádiz conoció desde
el siglo XV, tras el desplazamiento hacia el Mediterráneo de los turcos, los
comerciantes italianos se trasladan a Occidente, encontrando en Cádiz un lugar
de asentamiento perfectamente comunicado con los objetivos comerciales que los
genoveses buscaban: el norte y centro de África. Los antifaces, las caretas,
las serpentinas, los papelillos (confeti) son otros tantos elementos que se
asimilaron del carnaval italiano.
Las primeras
referencias documentadas a la celebración del carnaval que conocemos hasta
ahora, se encuentran en la obra del historiador gaditano Agustín de Horozco.
Datan de finales del siglo XVI, expone que en tiempos de carnaval, las
gaditanas arrancaban las flores de las macetas para lanzárselas unos a otros a
modo de broma.
Del siglo XVII
también existen referencias, un documento de 1636 reconoce la impotencia del
poder civil ante la celebración popular y una carta del General Mencos fechada
en Cádiz a 7 de febrero de 1652 se queja de que los trabajadores gaditanos se
negaban a reparar su barco por estar en Carnestolendas. También se tiene
constancia de los hechos acontecidos en 1678, año en el que se acusó al clérigo
Nicolás Aznar de mantener relaciones adúlteras con una tal Antonia Gil Morena,
a la que había conocido durante los carnavales
A partir del siglo
XVIII se reiteran frecuentemente las órdenes intentando desterrar el Carnaval.
En 1716 se prohibieron los bailes de máscaras por orden de la Corona, prohibiciones que
se repitieron a lo largo de todo este siglo. A pesar de todo, existen
testimonios que pueden confirmar que el desacato de las órdenes era bastante
notable. En el carnaval de 1776 se cometieron excesos en el convento de Santa
María y en el de Nuestra Señora de la Candelaria, lo que provocó escándalos en la
ciudad. Este mismo año visita la ciudad el viajero británico Henry Swinburne,
que dejó testimonio sobre las celebraciones carnavalescas de los gaditanos.
Los carnavales continuaron en este siglo y se celebraron incluso durante el
asedo francés y el reinado de Fernando VII. Otro de los intentos por prohibir
los carnavales, fue el bando municipal del 20 de febrero de 1816 en el que se
prohíbe de manera total la celebración de las fiestas carnavalescas, pero esta
medida no tuvo ningún éxito.
La primera agrupación de la madre de fargas que se tiene constancia es Cuadrilla
de gallegos, que data del año 1821. Durante aquel año el gobernador de
Cádiz, Cayetano Valdés, dio el visto bueno para la celebración de un máximo de
seis bailes públicos de disfraces y máscaras. Estos bailes fueron regidos por
un estricto reglamento para evitar los excesos. Este carnaval tuvo que ser uno
de los mejores de la época, porque no se produjeron disturbios.
El bando municipal 30 de enero de 1833 bando a cargo del gobernador José
Manso, también especificaba las restricciones y como novedad aquello que estaba
permitido. En el bando del 4 de febrero de 1834 por Pedro Nolasco, recuerda a
bandos anteriores, pero destaca la no prohibición de las máscaras.
De mediados de este siglo proviene la costumbre gaditana de pedir alguna
invitación o monedas por parte de las agrupaciones tras cantar sus coplas. En 1861
el alcalde Juan Valverde ordena que se dote con una partida de
30 000 reales de vellón con el fin de iniciar una reforma en el
carnaval. Esta tutela por parte del ayuntamiento continúa hasta nuestros días.
El objetivo de esta era erradicar las malas costumbres que daban una mala
imagen de la ciudad y de los gaditanos. Los bandos siguieron recordando, año
tras año, a los ciudadanos las diferentes normas de comportamiento.
En 1884, el alcalde Eduardo Genovés Puig, publicó un edicto en el que
volvería a repetir las restricciones ya conocidas, y añadió la obligación de
las agrupaciones participantes en los carnavales a presentar previamente las
coplas que cantarían durante las fiestas. Las agrupaciones conseguían así una
licencia para poder salir por las calles y solo interpretarían aquellas que
fueran autorizadas, es el primer antecedente de censura en el carnaval de
Cádiz. Gracias a esta decisión del ayuntamiento, desde este año se conocen los
nombres de las agrupaciones, el número de componentes y sobre todo se conservan
las letras de las coplas.
Es en esta época cuando Cádiz influye de sobremanera en otro carnaval
andaluz, el de Isla Cristina, gracias a los intereses comerciales mutuos en el
negocio conservero, cuando empresarios isleños crean colonias comerciales en la
costa de Cádiz y ésta da su impronta cultural al carnaval de Isla Cristina.
Los coros alcanzan su primera madurez a finales del siglo XIX y principios
del siglo XX, con la participación de Antonio Rodríguez Martínez, el tío de
la tiza. Sus coros más recordados son Los claveles (1896) y Los
anticuarios (1905). De este último es recordado el tango de los duros
antiguos que es hoy día el himno oficioso del carnaval de Cádiz.
El periodo entre 1920 y 1936, abarca un periodo de madurez de las
agrupaciones. En éste podemos situar a Manuel López Cañamaque, autor más
prolífico del carnaval junto a Agustín González, El Chimenea. Los
carnavales de 1936 fueron los últimos que se celebraron antes del comienzo de la Guerra Civil, porque
esta comenzó el 18 de julio. Durante la guerra, el 5 de febrero de 1937 se
publica el boletín oficial del estado que dos días antes había firmado el
gobernador general Luis Valdés, en este se prohibía la celebración del
carnaval. El 12 de enero, se publica una nueva orden manteniendo
definitivamente la prohibición. En Cádiz, sin embargo, la prohibición no llegó
a ser tal y los nostálgicos de la fiesta la seguían celebrando a escondidas. La
situación política del momento, no era lo más idóneo dar mucha publicidad a lo
que realizaban. Este paréntesis en el carnaval de Cádiz duraría hasta 1948.
Paradójicamente, el Carnaval de Cádiz resucitó gracias al sufrimiento
provocado por la explosión del depósito de minas de San Severiano, ocurrida en 1947.
Vistió a Cádiz de luto y llevó la tristeza a la ciudad de la alegría. Tanto,
que el gobernador civil, Carlos María Rodríguez de Valcárcel, pensó que había
que levantar los ánimos. Los viejos carnavaleros le habían mostrado su deseo de
volver a sacar un corito en alguna velada de verano. Y tras escuchar los
tangos de los coros Piñata Gaditana grupo aglutinado por José Macías
Retes y Los Chisperos, no encontró motivos para no permitir de nuevo la
celebración de las fiestas. Así fue cómo se permitió, fuera del Carnaval, en
las fiestas del verano, que aquellos coros de veteranos volvieran a cantar
viejos tangos. Había garantías políticas. Entre los coristas figuraba Joaquín
Fernández Garaboa, el Quini.
Y tanto levantaron los caídos ánimos de Cádiz los coristas con sus viejos
tangos de Los Claveles, y tanto gustó el género a Rodríguez de
Valcárcel, que el gobernador se las ingenió para recoger el sentir popular,
apoyar la iniciativa municipal y conseguir que el gobierno de Madrid permitiera
una resurrección del Carnaval según la ideología dominante. El espíritu de la
ciudad se impuso de tal forma que fue disfrazado el propio Carnaval, con el
tipo ocasional de Fiestas Típicas Gaditanas. A los coros se les consentía
salir, pero poco menos que en la estética de coros y danzas. Por supuesto que
sin máscaras en la calle y sin disfraces en el pueblo, sólo en las
agrupaciones. En el dirigismo cultural de la época, fueron unas fiestas más del
Ayuntamiento que del pueblo, que las insertó en una estética entre juegos
florales y fiesta de la vendimia, con reina de las fiestas, que era siempre la
hija de un ministro, y cabalgatas como las que don José León de Carranza, el
gran impulsor, junto con el concejal Vicente del Moral, había visto en Niza.
Gracias a las Fiestas Típicas el Carnaval se salvó y vivió una de sus etapas
de mayor esplendor. Paco Alba, fue el gran exponente de este período superando
en calidad al Carnaval anterior a la guerra. Se produjo la universalización del
Carnaval, con agrupaciones que gustaron a toda España e Hispanoamérica, sobre
todo se recuerda a los Los Beatles de Cádiz (Los escarabajos
trillizos) de Enrique Villegas Vélez, que en Cádiz ganó el segundo premio
de comparsas en 1965 tras Los hombres del mar de Paco Alba. En 1967 se
produjo el traslado de las fiestas al mes de mayo, organizando una auténtica
feria, con casetas incluidas. Desde 1973, los cuartetos participaron en el concurso
oficial de agrupaciones. En 1975 se produjo un hecho histórico en el concurso,
la chirigota de Paco Alba, Los belloteros ganó el primer premio pero en
la categoría de comparsas junto a Los napolitanos de Pedro Romero Varo.
Esta decisión no agradó al aficionado, pero este suceso fue lo que originó que
se considerara a Paco Alba el inventor de la comparsa actual. El 6 de junio de 1976,
se celebraron las últimas Fiestas Típicas Gaditanas, para el año
siguiente se volvió a febrero y a la denominación de carnavales.
El 15 de febrero de 1977, es la primera fecha del carnaval democrático o en
libertad. De este año destaca el coro Los dedócratas, fundamental en la
transición de las fiestas típicas gaditanas a carnaval y en la recuperación del
coro.
Como no podía ser de otro modo, con la idiosincrasia de los gaditanos, el 5
de febrero de 1978 a
las cinco y cuarto de la tarde comenzó el entierro de las Fiestas Típicas
Gaditanas. Acto auspiciado por el coro La guillotina, sucesor de Los
dedócratas. Encabezaba el desfile fúnebre, que revistió la mayor seriedad
por parte de sus participantes, una pancarta con la inscripción: «Entierro
de las Fiestas Típicas R.I.P. ¡Ya era hora!», portada por dos miembros del coro vestidos de ciudadanos
de la Revolución
francesa.
Seguían dos tambores que, durante toda la marcha estuvieron sonando con
redoble a la funerala. También dos miembros del coro que portaban una especie
de incensario, uno, y otro un mortero de cocina a modo de hisopo. Después,
cuatro verdugos portaban el féretro, sobre el que se colocó el martillito
clásico de las antiguas fiestas, sobre la inscripción R.I.P. la caja llevaba
adosada a ambos lados seis coronas fúnebres, con las inscripciones: «Un
concejal in memoriam», «Vicente no te olvida», «Pepiño con amor»,
«El látigo Macareno», «De tus amigas las casetas» y «El Quini
no sabe si olvidarte». Cuatro soldados de la revolución, con las bayonetas
a la funerala acompañaban a la caja. Seguían el duelo mujeres de riguroso luto,
que estuvieron llorando todo el trayecto, portando algunas de ellas velas.
Inmediatamente después marchaba un prelado, el director del coro patrocinador
del acto y tres representantes de las autoridades. Los músicos de la agrupación
formaban tras ellos, interpretando con sus pitos marchas fúnebres y sones de
Carnaval. Eran seguidos por el resto del coro y por un grupo bastantes numeroso
de máscaras. Cuatro soldados cerraban el desfile.
Numeroso público se congregó para ver pasar el entierro, aplaudiendo en
ocasiones y demostrando su aceptación a la idea de La guillotina. Los
espectadores rieron con ganas, comentándose que el cortejo corresponde a lo que
debe ser el Carnaval y también mostrando su solidaridad con el motivo de la
marcha: enterrar aquellas Fiestas Típicas Gaditanas, que no eran ni lo uno ni
lo otro.
En 1981, llega la televisión al concurso retransmitiendo parte de la final.
En 1982, se unifican la categoría provincial y local. En 1984, la Fundación Gaditana
del Carnaval (FGC), Organismo Autónomo del Ayuntamiento de Cádiz, recibió por
acuerdo del mismo, la competencia de organizar, dirigir, programar, encauzar,
administrar y ejecutar los carnavales de la ciudad. En el mismo año, se
presentan al concurso 111 agrupaciones superándose por primera vez la centena
de grupos participantes, de la que nunca se ha bajado hasta ahora.
Frank despedido de su trabajo,
divorciado, con una hija que no le aprecia , obsesionado por los concursos de
televisión que tratan sobre talentos y por los programas de información
ultraderechistas que siembran el odio en la sociedad americana será
diagnosticado de un cáncer terminal. Este será el detonante para que armado y
cabreado se atreva a asesinar a la joven estrella de un programa juvenil. Una
de las chicas del instituto de la famosa decidirá unírsele en una orgía de
sangre por todos los EE.UU., constituyéndose en una suerte de Bonnie and
Clyde contemporáneos que no dejaran títere con cabeza .
Crítica:
La película no fue
estrenada en cines en España, pasando directa a video. Destaca por
el reparto poco conocido y su crítica implícita a la sociedad occidental. El film tiene
un gran grado de violencia: Contra la sociedad televisiva, los que molestan en el cine, los directores de un
cierto cine , los músicos de un cierto tipo de música, quizás el resumen de la
película nos lo dan los interpretes en un momento de la misma en que proclaman
“ Alice Cooper es Dios”.El músico de Detroit parece resumir los valores del
dueto en cuestión con su maquillaje, su
proveniencia de la América
profunda, que se maquilla para ir contra todo lo ultramontano o añejo: los telepredicadores
, los comentaristas políticos que cargan contra todas las razas que no sean la
anglosajona blanca. Los realitys donde prima la imagen por encima del talento,
donde se ríen de pobres chicos con aires de superioridad, los programas de
adolescentes donde se prima el premio fácil etc. El final del film con la
representación de la autoinmolación de América perpetrada por Frank ( ese
Walter White profético) pudo ser una metáfora de ocho años antes sobre el fin de
un mundo que Donald Trump ahora mismo se ha encargado de perpetuar con frases
tan simples como “Construyan Ese Muro”.
En un episodio de los Simpson, Bart se hace pasar por un niño que ha caído en
un pozo, el pequeñoTimmy O´Toole, para
luego caer realmente en un pozo y intentar ser salvado por todos los ciudadanos.
Estaba cantado el espectáculo
diario de los métodos de comunicación respecto a la caída del pequeño
Julena un pozo ilegal de inspección de aguas freáticas mal tapado. Reporteros
de lo amarillo reciclados en serios informadores. Programas del corazón que se
reconvierten camaleónicamente en serios informativos para justo después contar
los líos decama de una exazafata de
Telecupónen el Ritz de Madrid con un
actor de Hollywood. Los acontecimientos diarios de un reality show donde un
grupo de famosillos se dedican a representar un teatrillo de amores y desamores
guionizado. Llegando un día a presentarse los miembros de un equipo de
Televisión todos de luto esperando el óbito del chaval.
Al accidente de Julenno le han faltado todos los tópicos de una
tragicomedia televisiva, los abnegados
ingenieros (los mejores de Andalucía), las fuerzas y cuerpos de seguridad del
estado velando por la salud de todos , un grupo de psicólogos que asesoran noche y día al desconsolado
matrimonio,un guía espiritual que es Juan José Cortés que apoya
infatigablemente y comparte vivencias con el padre. Los calditos de pollo y
chocolates que las amas de casa del pueblo les llevan a los trabajadores. Los
medios humanos y materiales venidos de todo el país, incluso de la muy avanzada
Suecia. Los heroicos mineros asturianos dispuestos a rescatar a quien sea arriesgando para ello su vida. Los que prestan
casas a cambio de nada para dar refugio a los cansados obreros. Lo dicho toda
una tragicomedia que recuerda a la genial película de Billy Wilder“El grancarnaval”, donde un periodista sin escrúpulos alarga el accidente de un
minero en un pueblecito para progresar profesionalmente.
Especialmente dramáticas
resultaron las últimas horas del acceso de los mineros al cuerpo del chaval donde por youtube
y en directo streaming de Mediaset y
otros grupos mediáticos corrían todo tipo de bulos. Desde que los
brigadistas estaban a 15
centímetros y el niño estaba vivo ,a plegarias llegadas
de todos los países del mundo.
Al final se confirmó la tragedia
y el espectáculo también volvió a repetirse. Por el PP y por España decía Juan
Antonio Cortés que iban a sacar al niño. Un diario digital afirmaba que el pozo
era una cuestión de drogas de un familiar del padre del niño, noticia contrastadísima
por cierto que se demostró completamente falsa.
Pasado el entierro no tardaría en
llegar el ruido mediático en ciertos periódicos y publicaciones acerca de la
metodología dudosa de los medios de
comunicación, pero apuesten durará poco, perro no come carne de perro. El show
debe continuar.
Comenzó siendo un Museo de Historia Natural en los tiempos de Carlos III, junto con el Jardín Botánico y el Real Observatorio Astronómico en 1786 conforme a los ideales ilustrados de la época. Su arquitecto fue Juan de Villanueva. La obra fue prácticamente concluida a inicios de la Guerra de la Independencia que paralizó el proyecto tomándose el plomo de su tejado para fabricar balas. El 19 de Noviembre de 1819 bajo el reinado de Fernando VII se inauguró un modesto Museo de Real de Pinturas con tres salas, 311 cuadros de pintores de la escuela española aunque almacenaba muchos más. Poco a poco se fue ampliando la colección que era considerada parte del Patrimonio Real, llevándose cuadros del Prado a otros palacios como el del Pardo. A la muerte de Fernando VII en 1844 se creo una comisión para evitar que se dividiesen los bienes del Prado entre las dos hijas del rey. En 1869 tras el derrocamiento de Isabel II los bienes del Prado pasaron a ser bienes de la Nación adjuntándose en 1872 los bienes del Museo de la Trinidad creado tras la desamortización de Mendizábal en 1836. Durante la Guerra Civil varios cuadros fueron enviados al Levante, Cataluña e incluso Ginebra. Sonada es la anécdota del refugio del retrato de Carlos V de Tiziano las Meninas de Velázquez en casa de Rafael Alberti en Madrid.
Alfonso E. Pérez Sánchez, antiguo director de la institución, afirmaba que «representa a los ojos del mundo lo más significativo de nuestra cultura y lo más brillante y perdurable de nuestra historia”. En este 2019 el Museo del Prado cumple 200 años. En sus salas que comprende obras anteriores al nacimiento de Picasso se pueden contemplar a pintores como Velázquez, el Greco, Goya, , Zurbarán, Fra Angelico, Rafael, Veronese, Tintoretto, Patinir, Van Dyck , Poussin, Tiziano, Rubens y el Bosco. Según el historiador del Arte Jonathan Brown «pocos se atreverían a poner en duda que es el museo más importante del mundo en pintura europea». Con motivo de este cumpleaños se han realizado y se van a realizar numerosas actividades para mayor información ver este enlace . https://www.museodelprado.es/.