Arde Galicia en mi corazón y Cataluña en mi alma.
Galicia porque es una Comunidad preciosa, ideal para hacer senderismo por cualquiera de sus montes y alrededor de sus ríos, para ir a visitar la Plaza del Obradoiro y poner la mano en la columna del peregrino en la Catedral de Santiago; comer marisco en cualquier restaurante cerca de sus rías o escuchar languidamente a cualquier oriundo de esas tierras y dejarte llevar por la musicalidad y belleza de su lengua. Por no hablar de la majestuosidad de su Costa de la Muerte donde se dice que si duermes una noche a la intemperie te puedes volver tarumba por el sonido de su incesante viento. Y lo que más llama la atención, la primera vez que visitas las tierras del peregrino: el paisaje verde y húmedo que contrasta bestial y brutalmente con los ocres y amarillos de esta parte nuestra del sureste español. También bonitos sus campos de maíz y sus viñedos y sus iglesias románicas del interior. En fin, una tierra preciosa donde las haya cuyo cielo se ha tiznado, esta semana, del negro de las cenizas provenientes de los cientos de incendios que han asolado montes, casas, cultivos y recuerdos de muchos gallegos. De demasiados. Es una pena porque no es un fenómeno aislado ni exclusivo de Galicia sino que acontece en muchos países de nuestro entorno y allende nuestras fronteras, como Portugal y California. Y duele, duele mucho porque a lo mejor mis sobrinas no van a poder pasear y disfrutar del paisaje verde por los alrededores de Vigo o de cualquier otro pueblecito gallego arrasado ahora por el fuego. Solo cabe ahora que los políticos estén a las alturas de las circunstancias y reforesten esos preciosos bosques y paisajes que, no importa por qué razones, ha ardido como solo arde el infierno.
Y Cataluña, porque creo que es patrimonio de todos, como cualquier pueblo del mundo si no hubiera fronteras, y los políticos y los medios de comunicación de la burguesía catalana, que son al final los que se pueden aprovechar de este caos provocado solo por ellos y que solo pueden solucionar también ellos mismo, están echándole leña al fuego; en este caso el fuego de la crispación que por desgracia no quema montes, que con el tiempo se pueden regenerar, sino que quema la convivencia entre los propios catalanes. Yo por pensar algo distinto que tú me declaro tu enemigo. Han dividido Cataluña en dos, lo peor que podía pasar y lo peor es que no hay visos de que puedan ir los bomberos y sofocar ese fuego porque está muy intrincado en la forma de ser y de pensar y de sentir de muchos catalanes. Los que se sienten diferentes a los españoles. No hay nada peor y más rastrero que utilizar sentimientos para dividir, y eso es lo que han hecho los políticos y los medios de comunicación manejados por ellos. Dividir.
Ahora si fueran listos los políticos, tanto en Cataluña como en Galicia, ante los problemas soluciones. Esperemos que éstas sean acertadas, por el bien de las generaciones futuras.
Interesante leer este enlace del por qué de muchos incendios: https://elpais.com/elpais/
