Esta semana me he dado otra vez cuenta de lo que la amistad significa para mi. Y me imagino que por extensión, también para vosotros. Por dos situaciones que me han acontecido. Es un tema shakesperiano, por lo universal digo.
Pues bien, hace justo una semana me fui a casa de un amigo a tierras manchegas. Sanchooo..., Quijote; Quijoteee..., Sancho. Todos nos acordamos de esos dibujos, sobre todo los de una cierta edad. Al grano Basi, como me decía una amiga a la que echo mucho de menos. No divagues.
Lo que iba diciendo: un amigo, de los de amigo con mayúscula me invitó a pasar un finde con él y su familia en su casa y... chapó. He disfrutado como un enano. Pero lo que quiero recalcar no es lo bien que lo he pasado sino la complicidad que tengo con él forjada a lo largo de casi treinta y pico años de compartir. Compartir lo bueno pero, a veces, también lo malo.
Hay amigos que se suben al tren de la amistad en un vagón de una estación cercana al inicio del viaje y permanecen en él hasta el final del trayecto. Hay otros que estaban en un vagón preferente y que piensas que nunca se van a bajar y por desgracia llega un día que, por circunstancias, buscas en el vagón y su asiento está vacío dejando un hueco, en muchas ocasiones, irremplazable. Cosas de la vida. Ver para creer. Sabe más el diablo por viejo que por diablo. Lo que sí está claro es que todos necesitamos de amigos y si tienes la suerte de tener alguno especial, pues mejor que mejor, pues hablar con alguien sin sentirse juzgado, hablar con alguien del que conoces y conoce toda su/tu experiencia vital no tiene precio.Saber que está ahí a pesar de los pesares, no tiene precio.
El otro acontecimiento es la muerte, esta semana también, de la madre de un amigo de los de toda la vida. Todos tenemos amigos a los que llamamos de toda la vida. Suelen ser los del instituto con los que a lo largo de los años has mantenido el contacto, unas veces más otras menos. Pero son a los que llamas de uvas a peras después de mucho tiempo sin hablar y parece que los vistes ayer pues la conversación fluye sin problemas y con mucha complicidad.
La muerte de esta persona ha hecho de catalizador para que ese grupo de amigos hagamos piña alrededor de este colega y bueno, sienta nuestra cercanía, tenga compañía y hombros en los que apoyarse en estos momentos tan duros para él.
Como corolario decir que la amistad es lo que la vida te regala si siembras con lo mejor de ti mismo.
BASI JORQUERA
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